Seguimos con nuestra III entrega sobre la Región Lagunera.
En esta ocasión abordaremos a un cronista del siglo XVIII que visitó nuestras tierras y dejó constancia escrita de lo que vivió.
En 1777, Teodoro de Croix, gobernador y comandante general de la Provincias Internas, solicita a fray, Isidro Murillo, provincial de los franciscanos, que ordenar a Fray Agustín de Morfi que lo acompañe en su viaje en virtud de santa obediencia para emplearlo oportunamente en servicio de Dios y del Rey.
El diario de Agustín de Morfi comienza en 24 de febrero de 1778.
En el mismo cuenta de un paraje llamado Baluartes, ubicado en el desierto al noroeste de Coahuila, en el bolsón de Mapimí, para seguir con San Pedro del Álamo perteneciente al conde Francisco de Valdivieso Mier y Barreda casado con María Josefa de Echeverz y Azlor, tercera marquesa de San Miguel de Aguayo, descendiente de Francisco de Urdiñola.
“El conde de San Pedro del Álamo es dueño de esta hacienda de pastos y algunas labores. Tiene 130 mil cabezas de ganado lanar y 7 mil yeguas; goza muchas tierras de pan llevar, aunque sólo siembran 20 fanegas de frijol y hasta 60 de Maíz.[…]”
“Las producciones naturales del terreno son huizache, mezquite, nopal, maguey y lechuguilla. […] En las lagunas de Parras en las pescas cogen mucho bagre, boquín, mojarra, dorado y otros peces muy sabrosos.
Hay en las inmediaciones muchas liebres y conejos, codornices y faisanes; se da este nombre a una ave carnívora que en su tamaño y color de la plumas se parece a un pato ordinario, el pico largo, las alas y cola con grandes plumas y con todos estos auxilios vuela poco, pero corre con mucha ligereza […]”
“En la hacienda de San Juan de Casta fue en su origen un pueblo razonable dependiente de la parroquia de Parras.
Hoy la posee don Andrés Velasco Restán, vecino de Durango.
Se hace en ella matanza de chivos, posee 30 mil ovejas es situada a la orilla del Nasas […] hay allí una bodega llena de lana… la manteca que resulta de la matanza de chivos y ovejas que se hacen en San Juan de Casta la traen a esta hacienda (de la Peña) donde se fabrica un jabón excelente con ella y de mejor calidad que el de Puebla.
Lo que proviene sin duda de que lugar de tequesquite con que allí le benefician, aquí lo hacen con las cenizas de una yerba a que llaman saladillo que sin cultivo produce en abundancia el llano”.
“En la sierra de Home. La tierra produce con asombro trigo, maíz, cebada, frijol, calabaza, sandía, melón y cuantas frutas y semillas se la confían.
La uva es muy sazonada y de ella sacan alguna porción de vino, no tan bueno como el mejor de Parras por defecto de beneficio”.
“En la hacienda de Santa María de Parras, contigua al pueblo del mismo nombre. Tenía el marqués dos casas, conocida como la de Arriba y la de Abajo separadas por una pequeña zanja.
La de arriba que es la principal y destinada para habitación del marqués cuando viene a sus haciendas, tiene un vivienda grande y cómoda con un capilla adornada de dos altares:
el mayor consagrado a María Santísima del Rosario y el lateral de la misma señora bajo la advocación del Pilar: hay muchos y ricos ornamentos y vasos sagrados que pudieran lucir en cualquier iglesia de México.
A espaldas de la casa se forma un huerta y viña; su mayor longitud es de 158 pasos y el ancho 262, está cruzado con bellos emparrados y una calle de nogales muy corpulentos que hacen un paseo delicioso, se plantaron algunos olivos, que prueban bien y otras plantas muy útiles.
Se destinó un cuarto para truco (billar) donde está la mesa desarmada y sólo se compone cuando habita el marqués.
La casa de abajo es donde habita el administrador y donde se fabrica el vino y aguardiente”.
Al final del siglo XVIII los primeros colonizadores de la región lagunera habían logrado crear asentamientos productivos a pesar del clima, del desierto y de las tribus nómada que los asolaban un día sí y otro no.
Vergas Lobsinger, que se basa en los registros de Morfi nos comenta que para 1761 en los viñedos del marquesado de Aguayo había más de 20 mil cepas plantadas que se valuaban en cerca de 128 mil pesos y existía una aguardentería o fábrica donde se producían vinos, aguardientes u mistelas.
De la cosecha anual de 12 mil canastos de uva regularmente se sacaban mil arrobas de aguardiente y dos mil de vino.
Al precio de la época esto significaría un ingreso de 16 mil pesos anuales.
El marqués de Aguayo tenía en la ciudad de México un almacén donde se vendían el aguardiente y vino de la Hacienda de Parras.
En (María Isabel Saldaña, Francisco Durán y Martínez.
Recuerdos y Sabores de la Comarca Lagunera, Patrimonio Coahuilense, Gobierno del Estado de Coahuila, Organización Soriana, Cía. Comercial Cimaco, México, 2014).