Reveladoras declaraciones dio al mundo la agencia antidrogas de los Estados Unidos, la DEA, al declarar por medio de su directora Annie Milgram que suman 45 mil personas en varios países encargadas de la producción, distribución y venta del mortífero fentanilo, droga sintética que está destruyendo a miles por efectos de sobredosis.
Esa organización, coordinada por los llamados cárteles de Jalisco y Sinaloa, importan y procesan el precursor originario de China.
No hay organismo oficial mejor informado que la DEA para estudiar ese mercado ilegal de los estupefacientes, por más que se niegue tal situación en México, afirmando que operan los cárteles en 21 de los 32 estados, contando con unos 18,800 miembros y que solamente en Sinaloa tiene 26 mil efectivos.
Afirma la señora Milgram que las organizaciones “controlan una empresa criminal mundial que ha quitado la vida a decenas de cientos”.
La DEA tiene identificados a miembros de esas redes y a facilitadores, mayoristas, personas y empresas que se encargan del lavado de dinero, incluyendo la identificación de quienes en los Estados Unidos ponen el producto en manos de los consumidores.
Los negocios del tráfico de drogas han sido tan productivos, que permite a los delincuentes poseer recursos materiales y humanos suficientes para fortalecerse y estar fuera de las redes policiacas.
En este ambiente y por la rivalidad entre bandas, se ha catalogado a este sexenio todavía no concluido como el más violento de la historia, con 143 mil homicidios alrededor.
En los cinco anteriores nunca se rebasaron los 90 mil, siendo el más bajo el sexenio de Vicente Fox, con 40,756, según datos del Inegi.
Las revelaciones de la DEA ponen de nuevo contra las cuerdas a México y hace que sea cada vez más difícil negar que aquí no se produce fentanilo, droga que es entre 50 y 100 veces más fuerte que la heroína.
Mientras la DEA se emplea a fondo en su cometido, el jefe del Ejecutivo se pronuncia con una pésima broma al amenazar a los delincuentes con “acusarlos con sus padres y abuelos”, como parte de la estrategia de abrazos en lugar de balazos.