Nuestro país es cada vez más violento. Varias de sus ciudades están catalogadas como las más peligrosas del mundo; suceden actos de barbarie, masacres, crímenes y todo tipo de actividades violentas producidas por la conducta humana que deja perplejos a los sociólogos y a los especialistas en la conducta humana.
El Inegi y los reportes policiacos sólo registran los hechos y todo se va a la estadística, son vislumbrarse una acción correctiva. Lo dicho por las autoridades de que se estudian las causas para la reducción y eliminación de la violencia queda sólo en un discurso mientras el problema se incrementa.
Pero, ¿por qué surge y se multiplica este fenómeno negativo de la conducta humana? ¿Por qué la sociedad es cada vez menos sensible a ello, al grado de acostumbrarse?
Ciertamente es el resultado de un proceso de degradación política y social y en los valores, sentándose las bases para edificar la sociedad a la que se aspira, por lo pronto las personas se agreden con facilidad, afirmándose que en muchos casos son víctima de un modelo de aprendizaje en el que vivieron y padecieron violencia, considerando que ésta como algo normal en su vida siendo el resultado del modelo económico neoliberal que va enfocado a privilegiar el mercado sobre la responsabilidad social del Estado, recrudeciendo sus efectos por una descomunal corrupción auspiciada desde las más altas esferas del poder.
A los jóvenes se les arrebataron oportunidades de desarrollo humano, no aspiraban a estudiar ni a trabajar, deficiente acceso a la cultura o al deporte, considerando que el Estado mercantilizó los derechos que debía otorgar como una de sus principales responsabilidades y obligaciones, pero hizo lo contrario.
De esta manera se fueron deteriorando cada vez más las estructuras que integran el colectivo social, se fueron ampliando las franjas de población en situación de pobreza, se fue concentrando la riqueza del país en unas cuantas familias, la brecha de la desigualdad social cada vez más amplia y la autoridad que ejerce el Estado estaba generalmente al servicio de otros intereses.
Resultado: una violencia en todas las latitudes de la sociedad: en las parejas, en la familia, con los niños, en las escuelas, en los centros de trabajo, en la calle, en las campañas electorales… en algunas regiones con mayor crueldad y de forma impresionante… si es que todavía hay capacidad de reaccionar.
¿ Estamos a tiempo de recomponer el llamado tejido social ?