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Woldenberg a la defensa férrea del INE

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  • Marco Antonio García

Al salir en defensa de los ataques e infundios lanzados por el presidente Andrés Manuel López Obrador al Instituto Nacional Electoral (INE) el primer presidente ciudadano de esa importante institución, José Woldenberg, dejó en claro que nunca antes esa instancia había recibido una crítica despiadada desde la Presidencia de la República.

A través de un artículo periodístico, Woldenberg Karakovsky estableció que las feroces descalificaciones del Jefe del Ejecutivo eran fuera de orden y sin justificación alguna, debido a que por cuestiones personales y por resentimiento, López Obrador emitió críticas que no merece la máxima instancia electoral del país.

Y es que la costumbre del tabasqueño ha sido y será siempre la de exterminar con argumentos falaces el prestigio de personajes que le resultan incómodos porque externan puntos de vista contrarios a lo que él afirma, hasta con “sus otros datos”.

Empero, las descalificaciones del mandatario al INE se deben de manera primordial a los resentimientos que él se crea porque alguno de sus amigos o candidatos son cuestionados por la instancia electoral, cuando han dejado de presentar documentación oficial o bien, por actos anticipados de campaña.

Cuando alguno de los consejeros del INE -en particular en esta ocasión Ciro Murayama- planteó que Morena tenía sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados con más de 8 por ciento del total de los 500 diputados, el ataque de López Obrador y del “líder” del referido partido, Mario Delgado, fue inmediato y lacerante, clásico del presidente de México.

Por supuesto que no es la primera ocasión que AMLO critica al INE, a Artículo 19, al INAI, instituciones que sin duda encabezan una larga lista de organizaciones que no le favorecen como él plantea de manera inapropiada.

A propósito de todo lo referido, solo hay que hacer un poco de memoria; sacar del chip mental una de las frases que más recuerdan a López Obrador cuando el otrora perredista, dos veces aspirante de ese partido a la presidencia de la República, respiró por la herida y gritó a los cuatro vientos: ¡Al diablo con las instituciones!.

Y la aplicó cuando en 2006 luego de la controversial disputa por la Presidencia de México entre él y Felipe Calderón –al que aborrece porque según su dicho, le “robó” el triunfo que culminó con el polémico triunfo del abanderado del PAN con el micro porcentual de 0.56% de los votos emitidos-.

Tras tomar varias de las céntricas calles de la capital mexicana, en Paseo de la Reforma para ser específicos y en la que se exigía un recuento de los votos, luego de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificó el triunfo de Calderón Hinojosa, López Obrador arremetió contra la decisión de los magistrados y soltó su famosa frase.

A partir de entonces esa arenga tiene ya un nuevo significado, a partir de que el mandatario arremete en contra las instituciones y organizaciones, sean nacionales o extranjeras que critican o hacer observaciones del gobierno que ayer cumplió sus 26 meses.


Marco Antonio García Granados


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