En la semana que recién terminó, los bancos centrales más importantes del mundo fueron los principales protagonistas. Al inicio todo apuntaba a un muy buen comportamiento de los mercados, había salido la inflación de Estados Unidos (EU) arrojando muy buenos resultados; la inflación nominal disminuyó de 7.7% a 7.1%, lo cual representa un avance significativo, por lo que respecta a la inflación subyacente también cayó de 6.3% al 6%. Con lo anterior los mercados estaban felices, pues claramente los datos mostraron una tendencia a la baja con amplias posibilidades de que se mantenga a lo largo del 2023 y lograr disminuir a niveles cercanos al 3% en diciembre del año entrante; hasta ahí todo iba bien, pero al día siguiente --en la reunión de política monetaria de la Reserva Federal-- se informó que la tasa de referencia subiría medio punto para llevarla de 4% al 4.5%. Igualmente se informó que, de acuerdo a los muestreos que realiza la FED, la mayoría de los integrantes en las decisiones de política monetaria pensaban que la tasa de interés debería de seguir subiendo en 2023 otros 75 puntos base, para terminar por ahí de marzo o abril en 5.25%; por supuesto, esto último ya no le gustó a los mercados, los índices bursátiles lo resintieron en forma moderada, pero como ya es costumbre, en la conferencia de prensa de Jay Powell el discurso fue bastante más agresivo que el comunicado.
Powell mostró muy seria preocupación por la fortaleza del empleo y el incremento de los salarios, dejando ver que mientras el sector laboral siga tan fuerte la Reserva Federal mantendrá su postura agresiva, lo cual significa tasas altas a lo largo de 2023; además, no dijo nada relacionado con empezar a recortar tasas en el año próximo. Después de la conferencia, los mercados tuvieron contracciones muy importantes; tengo la impresión de que Powell lo que buscaba era asustar a los mercados y evitar un crecimiento en los precios de las acciones, logró su cometido. Es mejor para él, que al final las cosas salgan mejor; aunque haya sido pesimista a que las cosas salgan mal, y él, no lo haya previsto.
Me llamó la atención, que en su discurso, no se haya metido mucho con la posibilidad de que la economía estadounidense entre en recesión; de hecho lo que pintó hacia adelante, se parece más a un aterrizaje suave.
La conclusión a la que llego, es que la Reserva Federal actuará en función de cómo vayan saliendo los datos económicos; la FED se fijará mucho en la creación de empleos y la evolución de los salarios, y por supuesto en el desempeño de la inflación subyacente.
El año entrante pinta complicado, pero no catastrófico; yo pienso que la inflación tenderá a descender en todo el mundo, y que las tasas de interés, aunque permanecerán altas algún tiempo, igual cederán, lo cual puede empezar a suceder a finales de este año o principios del otro.
Manuel Somoza