Es fácil sacar frases bonitas como la de: “Primero los pobres”, lo difícil es hacerlas realidad; la semana pasada salió el resultado de los estudios del Coneval sobre la pobreza en México de 2019 y 2020, el resultado fue que los mexicanos en dicha situación crecieron en 3.8 millones —lo cual no sorprendió a nadie—, bueno solo al Presidente que dijo que él tenía otros datos.
Sobre este comentario, que además de ser una falta de respeto para quienes esperan una respuesta honesta ante un problema real que a todos preocupa como es la pobreza, la ciudadanía esperaba que el Presidente explicara qué medidas tomarán; pero al no reconocerla crece la preocupación de que no se haga algo al respecto.
Es verdad que la pandemia contribuyó al aumento de la pobreza, sobre todo en un país como México que no dio apoyos a los ciudadanos ni a los negocios cuando se presentó la emergencia y rechazó la idea de implementar medidas contracíclicas, que si bien tendrían efectos en el crecimiento de la deuda pública, habrían ayudado a que la recesión no fuera tan severa. En otros países la pobreza no aumentó, es más se redujo un poco gracias a las ayudas a individuos y negocios, por ejemplo Chile, Brasil y por supuesto EU al igual que naciones de la Eurozona. Pero esto está en el pasado, ahora lo importante —lo reconozca o no el Presidente— es tomar medidas para que la situación mejore, y el único camino para ello es elevar la inversión privada y reorientar la pública a proyectos de impacto importante en la creación de infraestructura necesaria para fortalecer la actual, en extracción y distribución de gas, generación de energías limpias, programas de carreteras, presas y puertos que son indispensables para empezar a crecer; y por supuesto generar las condiciones mínimas necesarias para alentar a que la inversión privada se empiece a dar, porque lleva ya dos años y medio estancada por carencia de condiciones que se traducen en falta de confianza ante un gobierno que no está cumpliendo con sus compromisos.
La lucha contra la pobreza ya es una promesa olvidada, igual que el crecimiento sostenido de 4%, la desaparición de la corrupción, la impunidad y la paz en el país, todo ya quedó en el olvido, es importante rescatar esos objetivos porque si no, la pobreza seguirá creciendo aún sin pandemia; el análisis del Coneval debe ser un documento para generar una agenda pública dedicada a resolver las graves carencias que ahí se apuntan, no debe desecharse con la frasecita de: “yo tengo otros datos“, lo que estipula es producto de análisis rigurosos, técnicamente correctos; que no debe tirarse a la basura.
Me gustaría que quien tiene acceso al primer mandatario, le pregunte de dónde obtiene “sus otros datos”, cuál o quién es su fuente; tal vez nos enriquece el conocimiento a los que creemos en los datos oficiales, pero si hay otros, pues ¿cuáles son esos?, ¿quién los preparó?, y saber si quien los hizo cuenta con capacidad técnica, y más importante, moral. Sería magnífico contar con el libro de “los otros datos“.
Manuel Somoza
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