El miércoles 17 de septiembre, en su reunión de política monetaria, la Reserva Federal de Estados Unidos decidió bajar en 25 puntos base la tasa de interés de referencia, es decir, si tomamos el rango superior de la banda que actualmente es de 4.25 a 4.5 por ciento, el recorte aplicado pone los intereses en 4.25 por ciento.
Sin embargo, lo más interesante es que en dicha reunión se confirmó que existe la posibilidad de que la tendencia a la baja continúe de ahora a diciembre con dos bajas adicionales que llevarían el costo del endeudamiento a 3.75 por ciento.
También se comentó que para el año entrante se prevé una reducción adicional de otros 25 puntos base, y otra más en 2027 de un cuarto de punto para llegar a finales de ese año a 3.25 por ciento, lo cual se puede considerar una tasa neutral.
En la Reserva Federal este acontecimiento era ampliamente esperado, sobre todo por la polémica que inició Donald Trump con el presidente de la Fed, Jerome Powell —de quien ha hablado muy mal, por cierto— porque a decir del mandatario, la tasa de interés debió empezar a bajar desde hace por lo menos seis meses.
El motivo principal que mueve al presidente para exigir una tasa más baja es que quería y quiere fortalecer a la economía de su país, que este año está creciendo a menor ritmo que el anterior; sin embargo, esta razón no era lo suficientemente fuerte para Powell y su equipo, ya que este año la principal preocupación del banco central estadunidense ha sido que la inflación se mantenga por arriba de las metas que la misma Fed estableció, y además existe el peligro de que este indicador se presione más como respuesta del mercado a la política comercial basada en aranceles que está implementando Trump.
En mi opinión, me parece que mantener la tasa de interés sin cambio durante lo que llevamos recorrido este año fue la decisión correcta, dado que la economía estadunidense está creciendo, sí, pero menos que el año pasado y a un ritmo razonable que ha logrado evitar que se enfrente una recesión; al mismo tiempo, la Reserva Federal ha podido controlar la inflación, aunque aún el indicador aún se encuentre fuera del objetivo.
La labor de la Fed es muy difícil, ya que tiene que mantener un equilibrio entre el crecimiento económico y el control de precios, y parece que eso es lo que ha conseguido.
El futuro de las tasas de interés todavía es incierto, porque aun cuando se esperan dos recortes adicionales antes de diciembre, la inflación siempre se encuentra al acecho; el futuro del crecimiento económico de Estados Unidos se ve razonablemente bien, pero el futuro de la Reserva Federal como banco central autónomo, está en peligro.
Los mercados y los inversionistas esperan que el presidente Donald Trump no debilite la autonomía del banco central más importante del mundo.