Vuelvo a La Araucana (Espasa Calpe, 1946; 8ª. ed. 1981) que “editó” Antonio de Undurraga. Se dio a la tarea de mochar las entonces 2,633 estrofas originales de Alonso de Ercilla y dejarlas en 615. Pongamos que tenía sentido: La Araucana es en efecto abreviable. El problema es que Undurraga se dio también a la tarea de mochar el original sobrante con sus propias ocurrencias. Se le hicieron poca o mala cosa algunos versos de Ercilla y él los “corrigió” desde su propia grandeza poética. Podríamos llamarle poesiota o poesía suflé: poesía inflada. Distinguible también por esto: su autor tiene tan alta idea de sí mismo que sólo puede resultar grandeza de todo lo que se le ocurra. En el prólogo donde explica que sólo un poeta como él pudo darle poesía a La Araucana hay tantos momentos de pomposidad, pretensión, autoelogio y humorismo involuntario que puse en lápiz y al margen: “Es como Bustos Domecq, pero en vivo”. Me refería al personaje que Borges y Bioy Casares crearon en las Crónicas de H. Bustos Domecq, campeón del absurdo. Ahora pienso que es convocable otro personaje de Borges.
Hace añísimos Augusto Monterroso reveló que en La Araucana había un aleph en la Poma (frasco redondo) o Esfera del mundo donde el mago indio Fitón tiene concentrado todo el universo, igual que en “El Aleph” de Borges. La poma es grande y ocupa una estancia como de media milla; el aleph de Borges es una miniesfera de “dos o tres centímetros”. El aleph está en el sótano de una casa, la de Carlos Argentino Daneri, que en el cuento se nos revela también como un gran militante de poesiota. Undurraga mochó todos los momentos de La Araucana donde salen el mago Fitón y su esfera. (Según Monterroso están entre los mejores). Ahora, me digo, ya sea en la poma de Fitón o en el aleph de Borges, en esas esferas que todo lo concentran, podemos ver por ahí a Antonio de Undurraga y a Carlos Argentino Daneri. Se arrebatan el turno para presumirse los frutos de su poesiota. Se dan recetas de poesía suflé.