Te traigo—dice el camaleón peripatético en el cuarto donde escribo—un artículo del Dominical (MILENIO, 11/10/15). Su autora Gisela Antonuccio destaca algunos pasajes del libro Mis almuerzos con Orson Welles (Anagrama) de Henry Jaglom, entre ellos lo que pensaba Welles sobre la crítica de Borges a su película El ciudadano Kane. "(Borges) la consideró laberíntica. Para el escritor argentino (...) el problema del film era que no tenía salida. 'Lo peor de un laberinto es no encontrar la salida', reproduce Welles, en palabras que le adjudica al autor de El Aleph". Raro, porque la crítica de Borges iba por otra parte. Lo del laberinto sería incluso elogioso.
—Vayamos directamente al texto que Borges publicó en la revista Sur (agosto, 1941. Borges en Sur, EMECÉ, 1999): "En uno de los cuentos de Chesterton —The head of Caesar, creo—el héroe observa que nada es tan aterrador como un laberinto sin centro. Este film es exactamente ese laberinto". La alusión a tal laberinto sin centro no es descalificatoria. Uno pensaría que a Welles le habría importado más el dictamen último de Borges: "Me atrevo a sospechar que Citizen Kane perdurará como 'perduran' ciertos filmes de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta palabra".
—Es obvio que muchos difieren de Borges. El zapato insomne no puede dar con El ciudadano Kane en la televisión nocturna sin verla de nuevo, la encuentre en la parte en que la encuentre. ¿Por qué Borges estuvo negado a reconocer la gran película de Welles? ¿Porque sólo le gustaban las de gánsters y los westerns? No, ni eso. Creo recordar: la última película que Borges vio (o más oyó que vio, ya ciego) y dijo gustarle fue Amor sin barreras.
—Para aventurar una respuesta podemos volver a algo que publicamos aquí mismo hace tiempo. Brevemente va así. En uno de sus ensayos, "El sueño de Coleridge", Borges urdió que el poema de S.T. Coleridge "Kubla Khan", que le fue dictado en "un sueño" y quedó incompleto, era una reconstrucción del palacio en Xanadú que muchos años atrás había soñado el gran Khan. Para explicar a Coleridge y al Khan, Borges prefiere, por encantadoras, "las hipótesis que trascienden lo racional. Por ejemplo, cabe suponer que el alma del emperador, destruido el palacio, penetró en el alma de Coleridge, para que éste lo reconstruyera en palabras, más duraderas que los mármoles y metales". Tanto el emperador mongol del siglo XIII como el poeta inglés a finales del siglo XVIII habían llegado a Xanadú a partir de un sueño y el fruto de ese sueño había terminado en lo mismo: "En 1691, el P. Gerbillon de la Compañía de Jesús comprobó que del palacio de Kublai Khan sólo quedaban ruinas; del poema nos consta que apenas se rescataron cincuenta versos". Coleridge no supo que se debía a un sueño la construcción del palacio que él, después, soñó; la labor de Borges es perpetuar el sueño: "Si no marra el esquema, algún lector de Kublai Khan soñará, en una noche de la que nos separan los siglos, un mármol o una música. Ese hombre no sabrá que otros dos soñaron; quizá la serie de los sueños no tenga fin, quizá la clave esté en el último". Ahora: Borges no supo o no quiso ver que El ciudadano Kane puede revelarse como una continuación de esa serie. Le diríamos: no era el laberinto; era el palacio, Borges. O bien: era palacio antes que laberinto. Welles sin saberlo continuó aquel sueño. Sería muy claro desde el principio. Quien haya visto El ciudadano Kane recordará su comienzo con el documental que se ofrece como semblanza biográfica de Charles Foster Kane a su muerte. La imagen despliega tomas de la fortaleza kaneana, al tiempo un ultramuseo privado y un almacén de adquisiciones millonarias, desde extrañas especies hasta obras de arte antiquísimas. La voz del locutor cita los dos primeros versos del poema de Coleridge: "En Xanadú mandó construir Kubla Khan un imponente domo de placer..." El Khan y Coleridge habrán penetrado en el alma de Welles para que reconstruyera el palacio no en mármoles y palabras, sino en celuloide. Quizás el rechazo de Borges a la película fue de modo inconsciente su negativa a tal posibilidad: el sueño del Khan y Coleridge estaría reconstruido en el de Charles Foster Kane. ¿O en el de Charles Foster Khan?