“Ando bruja compadre”, escuché que decía aquel hombre al otro.
Hacía tiempo que no escuchaba yo esa expresión y para mis adentros pensé que más allá del sentido coloquial que indica carencia de dinero, quizá la frase revela un profundo y muy mexicano rasgo de nuestra forma de ver y entender la vida y el mundo.
Algo así como un mecanismo de defensa que aminora la presión y ansiedad generadas por no contar con los medios para cumplir con las responsabilidades, a pesar de lo cual abrigamos la esperanza de que todo se resolverá de un modo u otro, como si alguna brujería o fuerza sobrenatural, se ocupará de acomodar las cosas sin tener que preocuparnos nosotros del asunto.
Esta forma de pensamiento mágico, explorada por muchos sociólogos, psicólogos y otros tantos curiosos diletantes como yo antes y después del Laberinto de Octavio Paz, no deja de tener su encanto e incluso podría considerarse como un factor para esa absurda calificación que recién recibimos de considerarnos entre los 25 países “más felices del mundo”, (como si la felicidad se pudiera medir en gramos o litros).
Este aparente “valemadrismo” como sostienen algunos, es resultado de “traumas históricos” de los que culturalmente no nos hemos podido liberar.
Desde luego que cuando enfrentamos una mala época, en la que nada resulta y no parece haber solución, debemos aferrarnos a algo por absurdo que sea, pero asumir una posición pasiva o fatalista ante la vida, no es sino una forma de evasión y autoengaño, como la del infante que espera que algo o alguien venga a resolver sus problemas, esos que inevitablemente todos los seres vivos tenemos por el solo hecho de existir.
Algunos incluso atribuyen a esta peculiaridad algo de místico y esotérico, lo cual se acomoda bien a estos tiempos de retroceso a la superstición y la nigromancia, pero el problema crece cuando esta forma de pensamiento mágico contamina los procesos democráticos de elección de gobernantes, que son preconizados como “Tatas” y peor aun; cuando dichos gobernantes “se la creen” y se atribuyen un destino manifiesto comportándose como tales.