En nuestro país la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de febrero de 2007. En su primer artículo establece que debe haber coordinación entre la federación, las entidades federativas y los municipios para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, adolescentes y niñas, para garantizar el pleno acceso a una vida libre de violencias y ejercicio de sus derechos humanos.
Tras dieciséis años de esto, las mujeres seguimos viviendo hartas de múltiples violencias que atentan contra nuestra libertad, patrimonio, familia, seguridad y contra nuestra vida e integridad corporal. Hoy resuena en los medios la noticia del feminicidio de Ana María Céspedes, a ella la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, junto con todo el sistema y actores responsables de su garantía, le han fallado, pero no es la única y eso es lo más grave.
De enero a junio de este año, de acuerdo con datos emitidos por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se han cometido un millón 281 mil 189 delitos contra las mujeres en este país; cada uno de ellos representa una forma de violencia. En ese mismo periodo hasta el que se tiene el corte oficial, se han registrado 500 feminicidios, fuera de números, a todas y cada una de esas mujeres no les fue cumplido el derecho a una vida libre de violencia. Por las víctimas de feminicidio sólo nos queda la exigencia de justicia. Valeria Durán, periodista, calcula que sólo el 23.3 % de los feminicidios recibe una sentencia condenatoria, así que tampoco existe la certeza de que siendo víctimas de esta forma de delito tengamos justicia, reparación y, mucho menos, la garantía de no repetición. Por sobre las violencias que nos aquejan reluce la impunidad. Es evidente que los esfuerzos de las instituciones gubernamentales en el tema de seguridad para las mujeres son insuficientes y que hay una enorme deuda con las mujeres, con Ana María y con todas las mujeres a las que les fallaron.