Solemos decir con frecuencia la expresión “no podemos estar peor”; sin embargo, para nuestra mala fortuna, siempre es posible.
Eso es lo que ha ocurrido en México con la política de datos abiertos.
El país pasó del primer lugar en el 2017 con 69 puntos, a la quinta posición con 58.48 en el Barómetro Regional de Datos Abiertos para América Latina y el Caribe 2020.
¿Cuáles son las principales razones del retroceso? Según el informe la mayoría de los países de la región presentan mejoras, aunque marginales en sus indicadores, excepto México que perdió su liderazgo debido a la discontinuidad de sus políticas y la disposición de pocos recursos para las mismas.
El Barómetro consideró tres subíndices para su estudio. Subíndice de Preparación que evalúa la disposición de los gobiernos, ciudadanos y empresarios para asegurar la apertura de los datos. Sus componentes son: a) políticas públicas, b) acción de gobierno, c) ciudadanos y derechos civiles y d) emprendedores y empresas.
En este rubro el país obtuvo 62.12 puntos, por debajo de los 79 del 2017.
El segundo Subíndice de Implementación que evalúa el grado en que los gobiernos publican conjuntos de datos clave de forma accesible, oportuna y abierta.
Sus componentes son: Clúster de innovación, de políticas sociales y de rendición de cuentas.
En este rubro obtuvo 73.33 puntos, por encima de los 67 del 2017.
El tercer Subíndice de Impacto que evalúa hasta qué punto hay evidencia de que la publicación de datos abiertos de gobierno ha tenido un impacto positivo en varios sectores del país.
Sus componentes son el impacto político, social y económico.
En este rubro se dio el cambio más drástico, obteniendo 40 puntos, de los 62 del 2017.
La importancia de que el gobierno retome esta agenda como prioritaria radica en que los datos abiertos son claves para sustentar acciones de carácter urgente en temas como salud, seguridad, género, derechos humanos, pobreza y anticorrupción.
Sin datos no hay posibilidad de medir cómo estamos y hacia dónde vamos.
@nonobarreiro