La semana anterior enviamos como INCIDE FEMME un comunicado respecto a los casos de violencia feminicida en la región, por lo que me tomo el permiso de copiar en esta columna algunos puntos que quisiera fortalecer, pues considero es una reflexión elemental.
Y es que sí, a veces creo que para el Estado es más fácil encontrarnos muertas.
Y sé que es falso tener que esperar de 24 a 72 horas para comenzar la investigación... Pero también, como comunidad ¿qué estamos aportando?
Vivimos desde el egoísmo e indiferencia. Preferimos la comodidad de lo que ya conocemos, aunque signifiquen posturas machistas; preferimos la maldición de la sordera y la ceguera, lastimando profundamente a la sociedad.
Es necesario, entonces, no solo hacer un llamado a las autoridades, sino también a las empresas, escuelas y hogares, para que analicen, cuestionen y deconstruyan lo que estamos enseñando y permitiendo a los hombres durante su desarrollo, orillándoles a suponer que la hombría es sinónimo de violencia.
Es deber de cada integrante de la sociedad evitar censurar a aquellas y aquellos que eligen el camino de la paz y el amor, rompiendo pactos con quienes son violentadores.
No basta con reclamar al Estado, debemos sacudir cada cimiento y estructura machista: cuando los poderes judiciales ponen obstáculos y no actúan con prontitud durante las horas críticas para alcanzar el rescate de una vida igualmente valiosa sin importar género o condición económica; cuando la sociedad avala, normaliza y fortalece los comportamientos machistas; las escuelas no intervienen a favor de la igualdad y no discriminación y las empresas mantienen a sus empleadas y empleados en condiciones fuera de la ley de trabajo sin la suficiente seguridad para el personal y sin otorgar ninguna formación por respeto a la vida, las diversidades sexuales y los derechos de las niñas, niños y mujeres.
Sí, esto es un trabajo de todas, todes y todos. Y te invito a sumarte, porque quiero vivir y que otras personas me ayuden a que así sea.