Después de la segunda guerra mundial cambió la geografía política y económica del mundo, derivado a que Estados Unidos apoyó la entrada de la democracia en las colonias de los imperios preexistentes como instrumento para reducir el tamaño del imperio inglés, que significaba un obstáculo a sus ambiciones de control mundial y al traslado del centro económico hacia ese país, estableciendo el nuevo orden mundial que asume y concentra poder para imponer políticas a todos los países del mundo en beneficio de sus enormes corporaciones transnacionales; un club de poderosos que se denominan eufemísticamente como “el mercado”, incluso crean sus propios órganos e instituciones supranacionales para invadir soberanías y que Adrián Salbuchi denominó como “La cara oculta de la globalización”.
Así el imperio inglés fue reducido cuando se independiza la India y se conforma el Commonwealth o comunidad británica de naciones; países que como Canadá y Australia se mantienen como aliados del Reino Unido y son una especie de monarquías constitucionales o parlamentarias; los países pequeños y subdesarrollados de Asia, África y Latinoamérica simplemente usaron la democracia para declarar su independencia y algunos para formar gobiernos democráticos, pero la falta de capitales los convierte en dependientes del centro mundial, incluso algunos países firmaron tratados de libre comercio que legalizaba la dependencia económica y política.
En el neoliberalismo globalizador, la democracia se instauró como el sistema político asociado al modelo y México en ese contexto es un país democrático, dominado por el neocolonialismo al que le sujeta el marco constitucional y legal existente, modificado por los gobiernos neoliberales, legalizando condiciones entreguistas, mantenidas mediante el secuestro del poder legislativo por las fuerzas regresivas del país, que es como ponerle una camisa de fuerza al crecimiento económico de México.
Imponiendo órganos autónomos que fraccionan al poder ejecutivo, como el Banco de México, que sube las tasas de interés elevándolas por encima de la salud económica del país, para combatir la inflación resultando peor el remedio que la enfermedad y nadie se queja, ni Vamos por México, ni la oposición, ni los columnistas distinguidos por una simple razón, que ese dinero representa enormes ganancias para los bancos y los fondos golondrinos, mientras a los dueños del dinero; los ahorradores, nos pagan intereses negativos, es decir, por debajo de la inflación y de eso nadie se queja ni protesta.
Julio C. Vega