Nos prometieron al príncipe azul, luego al sapo o bestia que se transformaría en príncipe con nuestra paciencia, domesticación y amor. Después vino el sueño americano del marido trabajador y las reinas del hogar, más adelante los amores elegidos o no tan bien elegidos porque acababan en divorcio. Ahora nos prometen el amor a la carta y los vínculos por redes sociales. Habiendo tanto menú y tantas violencias, para qué desnudar el alma o comprometerse. ¿A dónde vamos a parar? dice la canción. Al mismo lugar, no nos hemos movido aunque parezca que sí. Algo en la narrativa es inamovible: dependemos del amor, es la mirada del otro quien define mi rol, más si eres mujer. Tal vez no lo amaste demasiado, tal vez la falda era muy corta o no escogiste bien al sapo, eso tampoco se mueve: fue tu culpa.
Quiénes serán las y los siguientes valientes que se adentren en bosques menos desequilibrados, más empáticos. Si la narrativa cambia, puede que el final sea otro, al menos en teoría. Contarnos historias de amor es dejarnos pistas y esperanzas, ¿será que esas migajas nos conduzcan a una nueva casa o será la clásica: desbalance, control y violencia cubierta de melcocha romántica: aguanto por los hijos, así son los hombres, así son las mujeres, sin esa persona mi vida se termina? Esté en coreano, en mexicano, en estadounidense o a la Bollywood, el recuento de estas historias de amor romántico siguen marcando caminos y perpetuando símbolos. Algunos ejercicios narrativos buscan detenerse en el bosque, mandar a Caperucita y al Lobo a terapia para recontarnos desde otra perspectiva lo que en el fondo seguimos anhelando: cómo se vive el amor de pareja, qué significa ser mujer, varón, personas LGBTQ+, cuáles son los peligros, los retos, qué significa familia, legado, qué pasa después de la boda y los hijos.
Eso que parece ficción, tiene repercusiones bastante reales, pregúntenle a los abogados y al ministerio público. Otro bosque, mujeres y cuentos de hadas en Latinoamérica de Lola Horner es un mapa para interpretar distintas rutas de lectura con aplicación en la vida real de cuentos como Barba Azul, Caperucita Roja, La Bella y la Bestia, y La Bella Durmiente. ¿Quiénes sobreviven hoy a Barba Azul? ¿Podríamos mejor evitarlo, erradicarlo? ¿La maternidad nos cuestiona sobre conceptos y legislación de los cuerpos, el tiempo, la propiedad, el trabajo? “De nada vale soñar con otras posibilidades si las mujeres no poseen una agencia real para encarnarlas”. Ahí está la urgencia de cruzar de la ficción a la realidad que tantas personas van facilitando con leyes y discursos. Lola nos deja esperanza en sus ensayos “El tiempo está detenido y el cuento está listo para comenzar”. ¿Te atreves a leer y escribir tus propias versiones de amor?
No se murió el amor, cantan por ahí, estamos nombrando y construyendo amores múltiples, diversos, empáticos. Todo lo que necesitamos es amor, cantan otros, pero cómo se materializa es lo que estamos repensando. El fin del amor, amar y coger en el siglo XXI de Tamara Tenenbaum, es un ensayo sobre los distintos vínculos afectivos y un fuerte cuestionamiento (casi como si un extraterrestre preguntara ¿por qué se aman así?) sobre el matrimonio, la maternidad, el poliamor, el cuerpo, la propiedad y como ella lo llama: la erotización del consentimiento.
Para los jóvenes está la saga Heartstopper de Alice Oseman, donde dos chicos aprenderán a amarse desde un vínculo sano, respetuoso, donde no se sacrifica la individualidad por la pareja, al contrario, se buscan formas de crecer juntos. Muestra un amor consciente de que nadie es salvador del otro, sino compañía en su proceso. En las palabras de Nick en la serie de televisión: “Los últimos meses hice muchas cosas que me dieron miedo porque tú estabas ahí, tomándome de la mano y yo quiero ser eso para ti también.” Sí, por eso hubo tendencia en redes sociales sobre heteros pidiendo amores así para ellos. La serie de televisión sobre estos libros puedes verla en Netflix.
¿Qué historias de amor te cuentas a diario y cuáles vives? Cuéntame, escríbeme en mis redes sociales.