Vivimos para comer, pero la pregunta es ¿qué comer? Debemos entender la comida, desde las reacciones químicas que provoca en nuestro cuerpo cuando la comemos o las sensaciones que genera en nuestros sentidos, hasta el impacto nutricional de los ingredientes que utilizamos en nuestros alimentos. Juntando todos estos factores, podemos vislumbrar el futuro de los alimentos en los próximos años, pero primero entendamos nuestra realidad.
El desarrollo actual de los alimentos está íntimamente relacionado con la capacidad de la naturaleza para proporcionar las materias primas necesarias para producir alimentos. Mantenemos una dependencia absoluta de los recursos naturales y esperamos que no ocurran accidentes naturales y no seamos atacados por ninguna plaga, peste o virus que puedan afectarlos directamente. Lo que se espera es que la combinación de estos factores no impedirá una temporada de cosecha suficiente o una reproducción óptima dentro de los ecosistemas naturales. Hoy, gracias a la ciencia y la tecnología, es posible diseñar soluciones adecuadas a los grandes retos para producir y abastecer de alimentos a ciento por ciento de la población.
Pero ¿cuáles serán las rutas que tenemos que explorar para ese futuro?
Uno de los imprescindibles es la oportunidad de utilizar nuevos ingredientes para ampliar nuestra biodiversidad, ofreciendo a los consumidores la posibilidad de obtener la mejor nutrición en su dieta. ¿Qué significa eso? Parece simple, pero no lo es. Debemos ser capaces de abrir nuestra comprensión tanto desde una visión industrial como desde la perspectiva del consumidor para incorporar ingredientes alternativos en nuestras dietas para ayudar a equilibrar la presión sobre las pocas tierras de cultivo disponibles en el mundo para producir los famosos 15 ingredientes esenciales: maíz, frijoles, soya, cacao, arroz, trigo, tomates, limones, naranjas y hierbas, solo por nombrar los productos más relevantes de esta breve lista, que ha estado vigente durante más de 70 años.
El reto es incorporar nuevos ingredientes a esta lista para ampliar la posibilidad de sobrevivir a la escasez por la alta demanda en la producción de estos ingredientes, donde entran en escena los beneficios de lo natural y otros ingredientes como algas, hongos, setas, raíces, semillas y granos, hasta insectos como los grillos. Al usarlos, tenemos una gran oportunidad para crear nuevas dietas que brinden a los consumidores una nutrición adecuada, sin olvidar que estos nuevos ingredientes deben ser más resistentes al cambio climático y en mejor equilibrio con la naturaleza.
La segunda línea a explorar son nuevos procesos tecnológicos para la producción de alimentos, tenemos granjas verticales o granjas indoor; estos ecosistemas de desarrollo y producción de alimentos son muy utilizados en la industria japonesa, donde se cosechan los alimentos, ya no se requiere el uso de parcelas y no requieren la luz solar. Estos se han utilizado durante décadas en Japón, un país con malas condiciones de producción de alimentos y recursos naturales, pero dado que esta solución puede alimentar a su población, este ejemplo ilustra claramente la dirección futura del desarrollo, por lo que existe una nueva forma de comer, que desarrolla el diseño de alimentos con un entorno ecológico pobre, por ello la medición de la huella de carbono y la huella hídrica se convierte en un indicador básico para pensar cómo se debe implementar la nueva normativa en la industria alimentaria.
Aquí estamos abriendo un camino que es totalmente desconocido para todos, imaginemos cualquier producto que tenga un paquete con advertencias sobre el contenido de azúcar o sodio o sellos que puedan indicar cuántas calorías vamos a consumir; ahora imagine el mismo producto en un nuevo embalaje. Se deberá prestar más atención a las necesidades de cuidar la naturaleza, este producto se presentará con una nueva etiqueta ambiental, ¿cómo? Sencillo, el producto tiene un sello que informa sobre el impacto ecológico, la etiqueta del producto nos dirá cuántos litros de agua se necesitaron para producir estos alimentos. El impacto en la huella de carbono o cuántos años tardarán los envases en degradarse.
¿Es posible concebir una nueva categoría de productos dentro de los supermercados que sean etiquetados como “alimentos amigables con la naturaleza”? Por el contrario, ¿poemos tener también productos alimenticios etiquetados con información de como “se usaron mil 250 litros de agua para producir este alimento”? En el futuro es posible que nos enfrentemos a regulaciones aún más estrictas, como impuestos sobre la producción de alimentos que excedan un cierto límite de uso de recursos naturales. Esto también puede incluir impuestos sobre el consumo de ciertos alimentos que impactan de manera directa en el medio ambiente. Esto significa que ya no estaremos pagando el costo de producción o distribución, sino el valor de los recursos que se utilizaron para producir el producto. Por ejemplo, pagaremos el costo de un litro de agua usado para producir un kilo de manzanas. Esta nueva realidad puede cambiar drásticamente la forma en que valoramos y consumimos los alimentos; pagaremos por kilo de dióxido de carbono (C02) que producen estos alimentos, ¿Cómo cambiará nuestra dinámica de consumo?, ¿nos volveremos más conscientes de nuestra forma de comprar?, ¿modificaremos nuestras dietas por ser más empáticos con el medio ambiente o será más conveniente este cambio en favor de nuestros bolsillos?
Sea cual sea la decisión, experimentaremos cambios. Debemos considerar las implicaciones de una prohibición o autorización sobre la producción de alimentos esenciales para nuestra salud y los recursos no renovables. Las decisiones colectivas prevalecen ahora sobre los deseos individuales, lo que crea incertidumbre para la industria alimentaria y los consumidores. Imaginemos que de repente se considerara que la leche de vaca es ecológicamente perjudicial o se debe al maltrato animal. ¿Cómo nos sentiremos ante este cambio?
El futuro de la alimentación está aquí con una impresora de alimentos que elimina la necesidad de cocinar o preparar recetas. Este ecosistema de impresión revoluciona la vida controlando la producción y reduciendo los residuos.
Por último, tenemos a la innovadora “comida celular” o “carne celular”, también denominada “carne artificial” o “carne cultivada”, producida depositando células madre de animales vivos en un biorreactor para desarrollar células y fibras musculares que imitan a sus homólogas naturales.
La ciencia y la biotecnología han desarrollado la carne de cultivo como solución alternativa a los retos de la industria alimentaria. Europa ya la prueba en restaurantes desde hace un par de años, mientras que la FDA aprobó su comercialización en Norteamérica este año. Esta innovación pretende resolver el impacto ecológico de la producción de carne y reducir el uso de recursos en la producción de alimentos.
Motivados por la necesidad de mejorar las condiciones alimentarias, estos escenarios ponen de relieve la importancia del valor nutricional, el abastecimiento de ingredientes, los métodos de procesado, las prácticas de almacenamiento y la tecnología en el suministro directo de alimentos. También hacen hincapié en el cuidado de la naturaleza y los recursos, ofreciendo una visión de un futuro con alimentos naturales, sostenibles y accesibles para todos, por ello debemos replantear un futuro donde ¿como y luego existo o existimos para comer?