La prensa, en general, reitero, atraviesa una de sus peores crisis, sin evitar una peor: de credibilidad.
Su mercenarismo y corrupción cobran la factura. Parte del cambio en México abarcaría, sin duda, al periodismo y las(os) periodistas, sin omitir lo que ha ensangrentado y enlutado a decenas de familiares de colegas mujeres y hombres asesinados, los despidos injustificados, violencia y agresiones, censura y el triste escenario del ejercicio periodístico en los últimos 30 años.
En esto he coincidido con periodistas de otras partes del país, en foros donde discutimos hasta el límite.
Por eso, justo cuando la prensa y nuestro desempeño son temas relevantes día a día, cuando parece ser que quienes más delicada tienen la piel y aparecen en medios no son necesariamente periodistas, se comprueba que han aprovechado muy bien su arribismo a los medios escritos y electrónicos no solo adhiriéndose a grupos de poder político y económico, sino que en su búsqueda de distinción social y económica, resulta que ahora son “víctimas” de lo que desde el poder político ya no les permiten lucrar y enriquecerse.
Me siento privilegiado de observar cómo se mueven, lo que dicen, su arrogancia y desprecio ante el hoy, con lo que no ocultan que son unos(as) resentidos y que vivían inmersos(as) en ese México de espejismos, adulando al poder en el que se mecían.
Son, ese grupúsculo, los primeros en criticar e intentar todo lo que se haga y no se haga en el país.
A esa intelectualidad -que por sus nombres la mayoría nunca ha sido ni será de periodistas- acostumbrada a los privilegios, a no respirar ni oler ni voltear a ver a la raza, tal y como sucede en Coahuila y en Torreón, habrá que analizarla desde otros espacios ciudadanos.
Hoy 19 de septiembre es otro aniversario más de los terremotos de 1985 y 2017 (hace 32 y 3 años, respectivamente), que cimbraron la capital del país. Según la historia de la gran ciudad, esos fenómenos sísmicos están ligados a ella y a su población de manera irremediable desde 1911. Se calcula que 14 mil personas han fallecido en diferentes episodios de esa naturaleza.