Leer la semblanza de Anatoly Yuryevich Moskvin es como leer el currículum de un brillante académico universitario ruso. Profesor de estudios celtas en la Universidad Lingüística de Nizhni Nóvgorod, antes trabajó en el Instituto de Lenguas Extranjeras de la misma localidad.
El hombre es filólogo, lingüista y habla 13 idiomas, además de que ha escrito libros, traducciones y artículos que han sido ampliamente reconocidos en el ámbito académico.
Y un logro más, que en un principio puede parecer irrelevante: era considerado, por propios y extraños, un experto en cementerios de la región de Nizhni Nóvgorod... Y lo era.
Desde niño, Moskvin y algunos de sus amiguitos recorrían cementerios, entre ellos el de Krasnaya Etna.
Como si fuera necesario reforzar su fascinación, en 2005 Oleg Riabov, un colega académico y editor, le dio una tarea: censar y resumir los muertos en más de 700 cementerios en 40 zonas de la región.
En los dos años siguientes, Moskvin inspeccionó 752 cementerios, para lo cual caminaba hasta 30 kilómetros por día. La información recabada por él permanece inédita, aunque Alexei Yesin, editor del semanario Necrologies, se refiere al trabajo de Moskvin como “único” e “inestimable”.
El 2 de noviembre de 2011, sin embargo, un equipo de policías que investigaba un caso de profanaciones de tumbas arrestó a Moskvin como sospechoso principal.
En su apartamento y garaje, investigadores del Centro para Combatir el Extremismo descubrieron 26 cuerpos, los cuales estaban sentados en estantes y sofás de habitaciones pequeñas desordenadas y llenas de libros.
Los agentes también hallaron instrucciones para fabricar “muñecas”, mapas de cementerios de la región y una colección de fotografías y videos que mostraban tumbas abiertas y cuerpos a la intemperie. Moskvin dijo que fabricó los monigotes a lo largo de 10 años. Fue acusado por profanación de tumbas y cadáveres, un cargo castigado hasta con cinco años de prisión. Solo que Moskvin padecía una forma de esquizofrenia paranoide, lo que a fin de cuentas lo eximió de responsabilidad penal.