Inicia invariablemente con inquina, información imaginaria, insultos impunes, inferencias incesantes, inmuebles inútiles —inaugurados— e invocaciones inventadas. Insiste en intrigas e idílicas idioteces de inmensa ignorancia, ignominia de ingesta ideológica inagotable; Ignaro imbatible indica con el índice a indígenas e internacionales por igual, imbricados ideogramas e invectivas insignificantes.
Inmaculado imaginario, inquisidor ilimitado, ideático e insolente. Íntegro intransigente invierte indigentes como ingredientes de inmensa inmolación. Intocable e inmarcesible, el Inmenso irradia ítem tras ítem ideas inservibles e insufribles amén de insuficientes. Ínclito indecente inmerso ¿involuntariamente? en involuciones institucionales.
Iba o iría inescrutable, incluso íntegro, invocando idearios o ideando invocaciones, mas su infidelidad invita a imaginar investigaciones inminentes o intervención interna e internacional en intento inaplazable de inmunización. Invertebrado inmisericorde inclinado a ilegalidad e ilegales, iris de Infantería… ídolo entre ignorantes.
Id a la India o al IMSS, invocad Ilíada o Idus de idilios de la Isla o Ibargüengoitia; Invicta irrealidad invertida, intonso índice de irregularidades… inventario interminable. ¿Ir al Instituto es inútil? ¿Hilar integridad es inservible? ¿Inocuo inhalar ingenio e inspiración? Iletrados instituidos e incluidos —mas no inclusivos ni incluyentes— intentan interrumpir nuestra inteligencia. Ignaros idénticos al Inmenso insisten en interceptar ideas e intercalar irrigaciones infectadas al intelecto, inmundos imanes inconcebibles e imperdonables.
Iniciemos inofensivos pero incansables informes —aunque inconclusos— inteligentes e inventivos, imaginativos e inapagables —aunque inflamables— insistentes e incisivos, independientes, inodoros e incoloros mas no insípidos; inyecciones insulínicas, inoculaciones insumisas e invisibles… inmensamente influyentes e incendiarias como infusión contra Imbecilidad Infinita.
Jorge F. Hernández