Estamos en semanas de vacaciones escolares.
Los que tienen con qué se deshagan en Mazatlán, Puerto Vallarta, Manzanillo, etc. Quienes viven a medias corren a los ranchitos o se van a pagar una manda pendiente a Plateros, San Juan de los Lagos, etc.
Otros aprovechan el tiempo para algún curso de verano, para que un pequeño haga la Primera Comunión, la Confirmación, y quienes ya toman carrera, al matrimonio.
En gran parte de estos eventos familiares, lo más importante, en lo que va el afán de la vida, está en un placentero hotel, un buen salón, con una foto esplendida para el periódico.
Vivimos en una época de cambios profundos, frecuentes y acelerados, en los que sentimos una zarandeada a los valores que tenemos, se nos proponen nuevos, y ya ni pensamos que valía tienen los valores actuales, y los nuevos, ni sabemos para qué sirven y si valdrá la pena hacerles caso, darles cobijo en nuestros hogar, y a veces pensamos que si no les hacemos caso, nos va a llevar el chango por tarugos.
Como ancla de seguridad, escuchamos la afirmación de que el pueblo de México es sabio, mientras otros, de clase media, el pueblo es un soberano ignorante.
Pero el pueblo mayoritario, sí tiene sabiduría y asume con fortaleza los desafíos que le presenta la pobreza, el crimen organizado, la drogadicción, el alcoholismo, el vale gorro de quienes no están dispuestos a darse a tareas de reflexión para ir dándole ruta correcta a la vida, en tiempos de incertidumbre.
En la lectura de la realidad, nos encontramos con la violación de los derechos humanos, que algunos no saben lo que es eso, y partidarios de la mano dura, el remedio que piensan es la cárcel o una buena tranquiza, para que aprendan.
Hay un despertar cívico que se manifiesta en la participación de la vida cívica, pero pocos piensan que si no se votó por la propuesta de la derecha mexicana, los millones de ciudadanos están comprados.
Hay una preocupación por la promoción de un pensamiento único en las noticias, que actualmente promueven la mayoría de los medios de comunicación social, porque ya no les pasan el famoso “chayote”.
En los anteriores hechos, queda muy claro la necesidad de la reflexión, que se es comunitaria, es mejor; la necesidad urgente, desde el lado religioso, de capacitación en el conocimiento de la Biblia, la teología, la liturgia, etc., para no entretenernos en sandeces, que divierten, pero no forman a la persona.