Siempre, pero el mes de diciembre suele ser tiempo que tiene un marcado sentido de interioridad espiritual, de llamado a la sinceridad, tareas que suelen ser difíciles en tiempos de mentiras, de traiciones, de simulaciones y de uso torcido del derecho para conseguir ventajas políticas, como acostumbran a realizar políticos ventajosos para logros políticos venales.
Hay quien dice que para vivir en paz no hay que hablar ni de política, ni de historia, ni de religión.
Por hacer cado a este mal consejo, nos va de la fregada y por eso podemos pasar horas enteras platicando tonterías.
Tiene mucha mística el considerar la Biblia como historia de la salvación.
Es costumbre de historiadores el considerar a la historia, como maestra de la vida.
Con seria preocupación, el Papa Francisco recomendaba la historia a los jóvenes, recordándoles que quienes la desaconsejan es porque tienen interés de que estén vacíos en su conciencia al faltarles contenidos históricos en su vida.
Sin conocimientos históricos en los pueblos, lo que se llama “memoria histórica”, con la vital ausencia histórica en el pueblo, se le puede fácilmente manipular.
La historia es fuente de convicciones, de salud social. La historia hay que investigarla, encontrarla, porque hay muchas manipulaciones.
En una exhortación pastoral de los obispos mexicanos, en el año 2010, entonces recomendaban aprender de la historia.
Pedían: “Educarnos para la paz nos pide el conocimiento crítico de la historia de México, que no es sin más una historia de héroes y villanos, sino un proceso de aciertos y héroes que ha ido conformando la identidad de la nación mexicana” (Id. Núm 205).
Pero cuando descuidamos esta tarea histórica, avalemos un montón de desaciertos que se dan en lo cotidiano de la vida.
Tal criterio de los obispos es una exhortación para conocer la historia empleando cuidado para investigarla, conocerla a fondo.
Poco favor se hace a éste criterio el identificar momentos del presente con antiguos, y el observar traiciones de personajes del pasado, sólo los de un bando sin observar que los del bando contrario también tuvieron su recurso al extranjero.
La investigación histórica es buena medicina. Pelearnos a greña no es el camino más viable.
Tenemos que ilusionaros por el conocimiento histórico que nos facilita el ambiente guadalupano y navideño, que celebramos en estas semanas.
