Adviento es un tiempo litúrgico, entre católicos, para preparar la fiesta de la encarnación de Cristo, como ser humano.
Se trata de una celebración milenaria que tiene sus modificaciones que le imponen los siglos, los pueblos, las culturas.
En los tiempos que vivimos, la cultura del consumo, con su publicidad avasallante, le ha ganado a la fiesta de carácter religioso, que poco cuenta en las familias, pequeñas comunidades; además ha conquistado a las multitudes un gordito vestido de rojo, con una risa de desquiciado mental, llamado Santo Clos.
El diario La Jornada publica una reflexión de Gabriel García Márquez con fecha del 24 de diciembre de 1980 en la que afirma: “Ya nadie se acuerda de Dios en la Navidad Hay tantos estruendos, cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien por encima de nuestros recursos reales, que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace 2000 años en una caballeriza de miseria, a poca distancia donde había nacido, unos mil años antes, el rey David. 954 millones de cristianos creen que ese niño era Dios encarnado, pero muchos lo celebran como si en realidad no lo creyeran”.
La Navidad de consumo es como una pandemia y no tan fácil es vacunarse contra es Navidad de consumo, ya que en mucho se trata de un tiempo para presumir prendas de vestir, juguetes bélicos, licores al por mayor, comilonas que se pagarán en enero con ayunos, trotes por las calles, jardines y bosques, que a nadie le da vergüenza ya que todos andamos en lo mismo, además se trata de cuidar la circulación, evitar un infarto y platicarle a todo mundo, que somos muy ordenados, que guardamos la norma de salud “una vez al año no hace daño”.
Navidad puede ser un tiempo saludable, sobre todo para vernos al rostro sin contar mentiras.
Encontrarnos en la sinceridad para fundar la paz. Reflexionar a fondo el por qué hay tanta ceguedad para reconocer la realidad como es, no como nuestro modo de pensar quiere que sea.
A nivel internacional, nacional, local, están pasando tantos eventos fuera de control, que invitan a reflexiones serias que reconstruyan conductas torcidas.
Esto es mejor que un abrazo navideño para lucir nuevas prendas de vestir, aunque esto no está tan mal.
