En la última semana del presente noviembre, dejó de existir el sacerdote Ezequiel Gómez López, emparentado con los presbíteros Javier Gómez y José Luis Gómez, quienes ejercen su ministerio en la Diócesis de Torreón.
Ezequiel comenzó a trabajar en esta Diócesis de Torreón cuando apenas esta Iglesia Particular de Torreón se acababa de erigir.
Le tocó como seminarista acompañar a los iniciadores de esta Iglesia.
Cuando aún no tenía seminario propio esta diócesis, los seminaristas acudían a Saltillo, después a Montezuma, New México, a donde llegó el joven aspirante Ezequiel Gómez.
Al iniciarse esta Diócesis, había pocos seminaristas y Ezequiel influyó para que ingresaran, como seminaristas, entre otros, José Luis y Javier Gómez, Pepito Campos, después se añadió el hoy presbítero Ramiro Mora Jáuregui, en tiempos en los que tanto el Obispo como los presbíteros acostumbraban invitar a otros muchachos con deseos de trabajar en ésta incipiente Diócesis de Torreón.
Así se inscribieron de varias diócesis del país, un buen número a veces siendo aún seminaristas y otras veces siendo ya presbíteros.
El sacerdote Ezequiel Gómez, ejerció su ministerio sacerdotal en el Seminario Diocesano de Torreón, en el Seminario Regional del Norte, con sede en Chihuahua y Ciudad Juárez.
En Torreón, caminó en campos de la Parroquia de San Pedro Apóstol.
En la ciudad de Torreón se desempeño como sacerdote en Nuestra Señora de Lourdes, en San Miguel Arcángel, etc.
Le tocaron tiempos agitados en la Diócesis de Torreón que los convivió sobre todo en la compañía del hoy Obispo emérito de Tijuana y del difunto Víctor Manuel Frías.
El presbítero Ezequiel un día se regresó a su tierra de Jalisco sin dejar la amistad que aquí cultivó tanto entre presbíteros como laicos.
Una falla de su columna vertebral lo tenía en constante sufrimiento.
Se le dijo que la mejor manera de aminorarla era vivir en su tierra de origen, y desde que Dn Fernando Romo Gutiérrez estaba por dejar de presidir esta Diócesis, un poquito antes el P. Ezequiel se regresó a su tierra.
Ahora se nos ha comunicado que ha fallecido y nos queda recordarle con gratitud por lo que hizo por esta comunidad diocesana, por su espíritu fraterno aun con aquellos que no coincidían con su visión de la Iglesia, con su actuar, pero respetaba.
Los muchos años que estuvo en Jalisco, no lo hicieron lejano a esta Diócesis desde donde se le recuerda y se ora por él.
