Por las calles de nuestras ciudades laguneras y nuestros ejidos, se ven cada vez más hombres, mujeres con sus niños, que son extranjeros y caminan para el norte, hacia las fronteras del rechazo, con el mensaje de los políticos del otro lado quienes dicen que no los quieren, pero que muchos norteamericanos sí los quieren, porque son jornaleros trabajadores, y buenos para levantar las cosechas y los variadísimos trabajos de pequeños negocios, grandes industrias que logran que ese pueblo que se exhibe como “el sueño americano” se haga más rico con el sudor de los pobres, a quienes les vale gorro las fronteras, porque ellos lo que quieren es vivir y salvarse de que los maten en sus lugares de origen.
Los emigrantes son unos arriesgados.
Para caminar al norte, con el argumento de salvar sus vidas, en sus lugares de origen, dejan a sus mayores, venden sus casas, su ganado, sus borregas, sus gallinas, sus guajolotes, etc., y se arrancan para el norte, en la mayoría de los casos, guiados por hombres y mujeres a los que llaman “coyotes” quienes no tienen misericordia para despojarlos de sus dineros.
Son los despojados de la sociedad, por unos aprovechados que no tienen misericordia de los emigrantes indefensos.
A los emigrantes los quiere el pueblo, como consta el auxilio que les dan por la vía del tren del Cañón de Jimulco, o a lo largo de los pobladores de las colonias del sur de Torreón, asesorados por los párrocos locales, los Pbros. Aurelio Rodríguez en Jimulco, y Rafal López, en la parroquia de Fátima.
En general, todas las parroquias de la región lagunera, tienen caminos para hacerles llegar su solidaridad.
Pero ¿vale la pena el perseguir el sueño americano? La sociedad capitalista en la que vivimos, nos ha ilusionado con el dinero como triunfo de la vida.
No deja de ser arma de dos filos.
El dinero no es la solución total al problema de la vida. Muchos pobres viven felices y no aspiran a ser ricos.
Pero la vida hay que protegerla, y muchos no aspiran tanto a conseguir el “sueño americano”, sino a salvar la vida de toda la familia, asunto que algunos gobernantes no lo consideran válido, razón por la que muren tantos migrantes al tumbarse en los muros, ahogarse en los ríos, morir de insolación en los infernales desiertos del norte, recibir balazos de la patrulla fronteriza.
¡Y todo esto no es trato entre hermanos!