Reencontré este apunte inédito desde hace trece años, cuanto todavía era padre de tres pequeñas hoy ya adultas. Sirve aún:
A veces, muy a veces, menos seguido de lo que deseo pero sí a veces, cada mucho tiempo más bien, me siento medianamente complacido por una respuesta a mis hijas.
Me pasó ayer, y cuento.
No sé por qué razón ni en qué materia, el libro de Formación cívica y ética de sexto grado viene insistiendo en asuntos relacionados con la conciencia de la personalidad en los pequeños.
Supongo que es por la edad que atraviesan: como están al borde de la adolescencia, lo que equivale a decir que están al borde de una zanja, algunos capítulos de su libro han planteado tareas específicas a mi pequeña: escribir su “autobiografía”.
Supongo, reitero, que esos planteos sirven para afirmar al niño, para hacerle ver su condición de individuo excepcional y amacizar su autoestima.
En la tarea de ayer había tres encomiendas.
El inciso más difícil para mi hija fue el primero (describir las virtudes que el propio niño percibe en sí mismo), tanto que se acercó a pedirme ayuda.
Como niña consciente ya de sus potencialidades, sabe que es dueña de virtudes importantes, y una de ellas, la modestia, es la que sirvió para alertarla: sintió que algo andaría mal si se soltaba como si nada describiendo que es puntual, responsable, disciplinada, respetuosa, amable, sensible, cordial, sincera, sencilla y algo más.
Me dijo: “Papá, no me gustaría decir eso, se oye mal”.
Hace poco, dos semanas antes de lo que narro, me preguntó el significado de la palabra “soberbia”, así que lo aplicó en este caso: "Lo que escriba parecerá... ¿soberbio?”.
Algunos me dirán, lo supongo, que sembrar dudas en su “camino al éxito” no es lo más recomendable.
Pienso luego, para tranquilizarme y sin afán didáctico, sólo para mí, que el “éxito” que ahora tanto nos preocupa y es tan socorrido en los manuales de autoayuda, no está en alcanzar “el éxito” en sí, sino en sobrevivir a todas las dudas que nosotros mismos nos imponemos y vamos resolviendo con humildad, sin creer jamás del todo en las fachendosas virtudes que a veces nos suponemos y por lo general son meras ilusiones, vanos pedestales para instalar nuestra autoestimita.
Por último, a mi hija le fue bien en su tarea.
@rutanortelaguna