Un sonido peculiar se oye en el Metro de manera constante para informar sobre casos de infantes perdidos. Son avisos de Alerta Amber. En Ciudad de México reportan un promedio de 15 niños desaparecidos al día. En ese lapso, mientras tanto, otros son encontrados y es desactivada la búsqueda. En varias partes del país es deficiente el servicio, sobre todo en el Estado de México, donde la situación se torna vulnerable debido a los niveles de pobreza, incapacidad de autoridades, abulia y corrupción.
Los datos son referidos por Donaldo Guillermo Gutiérrez, director de la Fundación Nacional de Investigaciones de Niños Robados y Desaparecidos, quien menciona el caso más reciente ocurrido en el municipio de Melchor Ocampo, Estado de México, donde desapareció una niña de 12 años, cuyo cadáver fue encontrado en un terreno baldío, cerca de su casa. Familiares y vecinos salieron a buscarla, pero la indagación oficial debió haber sido inmediata con la puesta en marcha de Alerta Amber.
Alerta Amber depende de la Fiscalía General de la entidad mexiquense, y para activarla “deben descubrir un riesgo”; de lo contrario, agrega Gutiérrez, envían el asunto a Odisea, un sistema menos práctico. Fue el caso de la niña Valeria. “Los padres de familia perdieron el tiempo y ahí están las consecuencias”, advierte Gutiérrez, de oficio abogado, cuya fundación, de la que es precursor su padre, tiene 20 años.
—¿Y cuál es la diferencia?
—La alerta de Odisea es como la de Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes, conocida como Capea: una hoja en blanco y negro con datos que se pegan en postes y pasa desapercibida entre la ciudadanía; Amber, en cambio, se difunde en televisión y les llega a las corporaciones policiacas, en los aeropuertos, el DIF, etcétera.
Uno de los “casos de éxito” para la fundación, como lo llama Gutiérrez, fue el sucedido hace dos años, en Cuautitlán Izcalli —otra vez el Estado de México—, de donde desapareció una menor de edad y tiempo después fue localizada en Tijuana, Baja California, ciudad en la que esta jovencita había sido cooptada por una red de trata para obligarla a prostituirse y trabajar en un restaurante.
Una familia la auxilió.
—¿Y encontraron a los culpables? —se le pregunta a Gutiérrez.
—No, porque, como la joven escapó, hubo pitazo y esta gente se peló; hace dos años, la menor tenía 13 de edad.
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En México desaparecen 10 menores al día por diversas causas. Mucha gente entiende que la desaparición es el robo de niños, pero no, aclara Donaldo Guillermo Gutiérrez, quien precisa: “En nuestra cifra de 45 mil menores, tenemos catalogados por qué delitos desaparecen: 60 por ciento es por la sustracción familiar: papá o mamá que se pelean y se llevan al niño”.
El 10 por ciento es por ausencias voluntarias; otros son “jóvenes, niños que sufren violaciones por parte del padrastro o de un familiar y deciden irse de casa; otros más, por trata: niños, jóvenes que fueron enganchados en redes sociales; y uno por ciento, muy mínimo, por el robo de infantes; sí hay, pero es muy poco el porcentaje que tenemos”.
En sus cifras también incluyen a niños migrantes, quienes salen de sus comunidades, ya sea de Oaxaca, Zacatecas y Guerrero, “a buscar el sueño migrante, y que van solos, no acompañados, y simplemente se los tragó la tierra: no regresaron a su destino ni a su domicilio actual”.
Y es el Estado de México donde, “indiscutiblemente”, es el primer lugar en niños desaparecidos; segundo, añade Gutiérrez, la capital del país; tercero, Tlaxcala; cuarto, Guerrero, y quinto, Veracruz.
—¿Por qué esa diferencia?
—Porque el Estado de México es el segundo con mayor población, después de Ciudad de México; además, colinda con diversos estados, focos rojos y claves de trata. De hecho, la entidad es destino, tránsito y origen de estos delitos.
—Y el primer lugar en feminicidios...
—El Estado de México es el número uno en feminicidios, primero en casos de trata de niños, primero en niños desaparecidos y otros temas. La niñez es la más afectada.
—¿Por qué cree?
—Indiferencia de autoridades, burocratismos, servidores públicos no capacitados, gobiernos que no les interesan estos temas, tanto estatal como municipales, corrupción, desidia y desconocimiento de la gente, pues ahí están los mayores índices de pobreza y esto conlleva a ramas de vulnerabilidad.
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Uno de los casos en el que tuvieron éxito, relata Donaldo Guillermo Gutiérrez, sucedió hace dos años: la niña desapareció un viernes en Cuautitlán Izcalli. Ese mismo día, por la noche, recibieron la denuncia, le dieron instrucciones a la madre para que se trasladara al Ministerio Público más cercano. Pero hubo problemas.
—¿Por qué?
—Siempre digo que en el Estado de México está prohibido que te roben o te desaparezcan el fin de semana, porque la señora llegó a Odisea, pero Odisea y nada es lo mismo. Llegó y la atendió la trabajadora social y le refirió que los ministerios públicos no estaban laborando en viernes, que llegaban hasta el lunes. La señora regresó el lunes; ya estaban, pero le dijeron que debería presentarse en 72 horas.
Fue cuando llegó a la fundación, la canalizaron a Fevintra, que es la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra la Mujer y Trata de Personas, de la PGR, y se inició la carpeta de investigación. Resultó que en Tijuana era explotada sexual y laboralmente.
—¿Y cómo fue localizada?
—Por la noche la ponían a meserear y sufría violaciones y vejaciones. Tenía lesiones en brazos y cara. Entonces una familia de comensales de esa taquería se ganó la confianza de la señorita y les relató lo que estaba pasando. Esta familia la ayudó a escapar: le pagó el boleto desde Tijuana y así fue como se reúne con su familia. Lo único que nosotros hicimos fue canalizarla.
—¿Y por qué solo eso?
—Ninguna fundación a escala nacional puede localizar niños, ninguna, porque no somos autoridad, no podemos enfrentarnos con la delincuencia organizada, no tenemos las herramientas, ni mucho menos quedarnos con los niños.
—¿Y qué hacen?
—Brindarles un abogado especialista totalmente gratuito para que vea su asunto. Eso es lo mejor que puedes hacer, porque la familia, en el momento que va al Ministerio Público no la atienden porque no lleva abogado, no les reciben sus pruebas, no solicitan la Alerta Amber.
Y lo que han detectado, comenta Gutiérrez, es que cuando una persona denuncia la desaparición de un niño y lleva un abogado, “el proceso es totalmente diferente, porque no estamos pidiendo el apoyo, estamos exigiendo un derecho que se debe llevar a cabo. Por eso, lo mejor que podemos ofrecerles es un abogado y que su trámite sea gratuito”.
—Lo curioso —se le comenta— es que de un tiempo a la fecha en Ciudad de México la Alerta Amber es activada y desactivada varias veces al día.
—En Ciudad de México teníamos activadas Alertas Amber una o dos veces a la semana. ¿Qué hizo el jefe actual, José Ramón Amieva? Firmó un protocolo donde ordena a la procuraduría que padre o madre que se presente a Capea o a cualquier MP, reportando la desaparición de un niño de 0 a 18 años, se lance la Alerta Amber de inmediato.
Por eso de pronto en el Metro sale una voz de las bocinas que dice: “Alerta, alerta, alerta...” Y en los monitores aparecen la fotos y la información del niño perdido.
Los niños perdidos en México
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Humberto Ríos Navarrete
México /