Un tuit del presidente de la ultraderechista agrupación española Vox, Santiago Abascal, lo pinta con nitidez: para el político español nuestro país aún se llama “Méjico” con J y sus habitantes todavía son los “mejicanos”, también con J, por eso tampoco extraña que nos incluya en esa entelequia llamada por él “la Iberosfera”.
Abascal aprovecha el éxito de su organización de derecha radical entre los españoles, hartos de la corrupción y de la crisis, para lanzar una cruzada internacional en Venezuela, Brasil, Argentina y ahora México (que se escribe con X, que algo tiene de cruz y de calvario, como reza el poema de Ricardo López Méndez, aunque les cueste pronunciarla a esos rancios personajes).
La Carta de Madrid es impulsada por la Fundación Disenso, que fundó Abascal en 2019, para “la defensa de la democracia liberal, el Estado de Derecho, el imperio de la ley, la separación de poderes, la libertad de expresión y la propiedad privada”, aunque en realidad es una cobija para avanzar causas de extrema derecha con las que simpatizan aquellos que ven comunistas por todas partes.
El “narcocomunismo” se ha apoderado de México, dicen, y por ello sus gobernantes “abrazan a tiranos y protegen a narcos”.
Les preocupa que “las ideas totalitarias del comunismo estén tomando fuerza. Debemos apartar nuestras diferencias partidistas y sumar esfuerzos para defender la libertad, el Estado de Derecho y la democracia. Tal y como estamos haciendo hoy en México, seguiremos dando a conocer el Foro Madrid e invitamos a todos aquellos líderes que se oponen a la tiranía comunista a que trabajemos juntos para hacer frente a esta amenaza”.
Van contra “grupos que se infiltran en los centros de poder para imponer la agenda ideológica comunista”.
Así le llaman a su cruzada antiderechos, pues buscan acabar con “la corrección política asfixiante” y por eso, en vez de hablar de violencia machista o violencia contra la mujer proponen usar “violencia intrafamiliar”, lo que en México resulta hasta criminal con los 10 feminicidios que cada día ocurren.
Por eso simpatizan con Donald Trump y proponen levantar muros, como hace Abascal quien pidió hacerlo para frenar a los migrantes de Ceuta y Melilla. O como hace el actor Eduardo Verástegui, una figura destacada que ofreció su apoyo lo mismo a Jair Bolsonaro que a Trump y que, a la vez, se ha vuelto una figura central en el activismo católico. En el foro del Senado propuso realizar un gran Congreso por la Vida que, en otras palabras, sería un gran encuentro antiabortista, pues si en algo coinciden las extremas derechas es en su obsesión por decidir e intervenir la vida de los demás en nombre de una religión cuyos valores rara vez honran, para frenar derechos y libertades, tal y como ha caracterizado a la ultraderecha en la historia.
El foro en el Senado sirvió para observarlos, ubicarlos y saber que esa cruzada derechosa es parte de la realidad mexicana, minoritaria pero real, y si nuestros políticos no lo alcanzan a leer, pronto estarán ganando más espacios en las urnas.
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