Negocios

Adultos mayores e informalidad

El 70 por ciento de los adultos mayores mexicanos ocupados en el mercado laboral se encuentra en la informalidad, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Esto representa que luego de una larga trayectoria laboral el destino de las personas que tienen 60 años o más es la informalidad, la carencia de prestaciones, de seguro, de estabilidad y de certezas. A las enormes dificultades que enfrentan los adultos mayores para conseguir un empleo hay que sumarle la condición de precariedad e informalidad en la que se encuentran aquellos que siguen en el mercado laboral.

Al mirar la situación de las personas adultas mayores en el mercado, claramente nos encontramos ante un problema no resuelto y hasta postergado. En México, sólo tres de cada diez adultos mayores tienen pensión y son muy pocos los trabajadores que llegan a una edad avanzada con ahorros suficientes para el retiro. Al contrario, lo que ocurre es que la población laboral envejece y el mercado la empuja hacia la exclusión y la informalidad: cada vez les cuesta más conseguir un empleo, y cuando lo hacen deben ajustarse a las condiciones que hay. Y esto incluye informalidad, bajos salarios y mucha vulnerabilidad.

Pero si miramos el otro extremo, el de los jóvenes que ingresan al mercado del trabajo, curiosamente tampoco el panorama es el más alentador. Desde hace años, la tasa de desempleo juvenil duplica a la tasa de desempleo general, lo que implica que para los jóvenes que se inician en el trabajo es más complicado conseguir un empleo, por lo que -al igual que los adultos mayores- son empujados hacia la informalidad y la precariedad. Y esto nos lleva a preocupaciones como “la cicatriz” que deja el mercado laboral en generaciones de jóvenes que durante años sobreviven en empleos de mala calidad y, por lo tanto, demoran mucho en lograr estabilidad, proyección y solvencia para independizarse, adquirir un auto o una casa.

La informalidad laboral no es sólo un problema de regulaciones y cumplimiento de normas, sino que representa un espacio de inseguridad e incertidumbre en el que los trabajadores no tienen certezas en cuanto a ingresos, prestaciones, seguro y, sobre todo, a estabilidad para crecer. Y en el contexto de economías latinoamericanas desiguales, con elevados niveles de pobreza y de precariedad, cuando se expulsa a los adultos mayores del mercado, cuando se los excluye o cuando se los confina a lo que encuentren en la informalidad, no sólo se los envía a la pobreza sino que se pierden saberes, experiencia y conocimiento que podrían servir, paradójicamente, para disminuir la pobreza.

Una de las grandes cuestiones que nuestras economías deben resolver es cómo aprovechar mejor el conocimiento de los que saben, cómo hacer que los adultos mayores sean la gran referencia para guiar a las generaciones más jóvenes. En lugar de excluirlos por su edad, habría que incluirlos por su saber, porque tienen una experiencia que nadie más posee, un valor que hay que transmitir para mejorar.

Héctor Farina Ojeda


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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