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Entre precios y crecimiento

  • Economía empática
  • Entre precios y crecimiento
  • Héctor Farina Ojeda

Una de las secuelas económicas más importantes que nos dejó la pandemia es la inflación. Luego de la crisis de 2020, la recuperación siempre estuvo acompañada por una suba de precios de niveles mayores a los acostumbrados. Se trata de un fenómeno global pero en el caso de México las cifras oficiales superaron el 8 por ciento en 2022, lo que representa más del doble de lo que el Banco de México estima que debe ser el objetivo: 3 por ciento al año. Luego de varios años, en 2025 los niveles se están moderando lentamente y en el mes de agosto la inflación fue de 3.57 por ciento.

Por otro lado, las proyecciones de crecimiento de la economía mexicana siguen siendo muy limitadas: en 2025 se estima un repunte de 0.6 por ciento, aunque algunos pronósticos más optimistas apuntan al 0.9 por ciento. De todos modos, el crecimiento estimado es inferior al 1 por ciento: los pesimistas señalan que esto es muy poco, en tanto los optimistas recuerdan que hace algunos meses se hablaba de riesgo de recesión y que eso finalmente no sucedió.

Cuando se combinan las variables tenemos una situación que conocemos muy bien: el crecimiento de la economía en su conjunto es inferior a los niveles de inflación. Es decir, la suba de los precios es superior al incremento de la riqueza, que es lo mismo que cuando uno mejora levemente sus ingresos pero el costo de vida se encarece en forma acelerada. Lo que ocurre es que con economías que crecen poco es imposible mejorar la calidad de los empleos y los salarios, por lo que el riesgo es el empeoramiento de las condiciones de vida de las personas que no pueden hacerle frente a las constantes subas de los precios de los productos de consumo básico.

La cuestión interesante es que en México se ha dado en los últimos años una reducción importante en los niveles de pobreza y en buena medida se debe a la recuperación de los salarios mínimos y al poder adquisitivo, pese a que las tasas de crecimiento siguen siendo bajas. Hay una parte de la población que está mejorando sus condiciones de vida pese los problemas de crecimiento, de insuficiente generación de empleos y de la informalidad que se mantiene por encima del 50 por ciento.

Un punto de reflexión ligado al crecimiento tiene que ver con la creación de empleos de calidad: si el dinamismo económico no se traduce en puestos de trabajo que, además de suficientes, garanticen buenos salarios y buenas condiciones, es muy difícil lograr que las cifras de reducción de la pobreza se mantengan. Cuando las economías no crecen lo suficiente, ni el empleo, ni los ingresos ni la movilidad social tienen mucho margen.

En esta relación entre precios y generación de riqueza el punto frágil siempre ha sido la gente: debido a la precariedad de los empleos, a la pobreza, a la pérdida de poder adquisitivo y a la falta de oportunidades, no hay condiciones para hacerle frente a la inflación, por más controlada que se encuentre. El gran reto es mejorar las condiciones del empleo, los ingresos y la movilidad social para que la inflación sea más leve.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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