El diplomático brasileño Sergio Vieira de Mello es considerado uno de los más reconocidos estadistas del mundo sin seguir propiamente una carrera política. Llegó al puesto de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, cuya responsabilidad era supervisar la transición de gobiernos en países en conflicto. En 2003 fue enviado a Bagdad a supervisar la transición democrática iraquí una vez derrocado el gobierno de Sadam Husein.
Protagonizada por uno de mis actores brasileños favoritos, Wagner Moura, “Sergio” es una película que se decanta por el romance en vez de explorar el fondo político tibiamente retratado. El actor lo hace muy bien interpretando al diplomático: seguro, consciente de su posición en el poder, atento y carismático. Qué pena que nos quedamos con ganas de saber más de su quehacer político.
Sí. En esta visión de Netflix se explora el lado personal de Vieira de Mello, es decir, la relación sentimental que sostuvo con la diplomática argentina Carolina Larriera (la cubana Ana de Armas) soslayando toda su actuación política. Esta elección de los guionistas y director tiene sus pros y sus contras. Por un lado, ella humaniza al diplomático, mostrándolo no sólo como un hábil y bien articulado negociador, sino como un ser humano incapaz de aproximarse a sus hijos cuando se presenta una buena oportunidad. No obstante, esta elección convierte a la película en una novela romántica sin profundizar en los aspectos políticos o en los conflictos internos de los personajes. En definitiva, en el guion la película tiene su punto débil. Con algunas salidas fáciles basadas en la relación causa-efecto, el texto no parece comprender su clímax y tiene poca emoción por los momentos que realmente importan. Sin embargo, algo hay bueno en este filme: la combinación de material de archivo con material de película. Esta elección es excelente para reforzar el poder de los hechos. Algunas idas y venidas temporales pueden confundir al espectador, pero no comprometen. Asimismo, vale señalar que la película tiene una encomiable fotografía y paisajes increíbles. Infortunadamente éstos no bastan, ni el enorme talento histriónico de Moura, visiblemente desperdiciado por el guion y el director, para convertirse en un gran thriller político. Prepárese para un romance razonable, solamente.