Imaginen un país que debe su nombre a un árbol, el palo de Brasil, cuya tinta rojiza lo llevó al borde de la extinción y hoy en día sólo queda la palabra que lo designa. Imaginen un país donde morían más esclavos de los que nacían, por lo que era más barato importar otro esclavo de África. Imaginen un país donde cada rebelión fue aplastada con brutalidad, donde la República fue proclamada por generales del Ejército. Un país que, después de 21 años de dictadura, instauró la democracia y se convirtió en una inspiración para gran parte del mundo. Parecía que Brasil finalmente había roto el maleficio. Pero no imaginemos:aquí estamos, en 2019, con un presidente destituido –Dilma Rousseff–, otro en prisión–LuizInácio Lula Da Silva– y una nación volviendo vertiginosamente a su pasado autoritario. Hoy, al sentir la tierra abrirse, los brasileños temen por que su democracia no haya sido más que un sueño efímero. La cineasta brasileña Petra Costa nos ofrece un documental tanto intimista como social: Al filo de la democracia. Por un lado, el filme acusa una tendencia pictórica de representar su vida familiar, cargada de sentimientos y emociones íntimas, y por otro cotejar esa expresión con la vida política de este país sudamericano. El documental comienza con el momento más álgido de la crisis política reciente del Brasil: el momento en que Lula se entrega voluntariamente a las autoridades para cumplir una condena de 12 años por un caso de corrupción. De acuerdo con el juez (que en Brasil, conforme a sus leyes, también cumple la función de fiscal), el expresidente que gobernó durante dos periodos –2003-2011– recibió un pent-house, ubicado en el litoral de São Paulo, como soborno por parte de la constructora OAS a cambio de contratos millonarios. Sin embargo, la andanada de la oposición contra el carismático político –concluyó su régimen presidencial con el 80% de aprobación y estaba preparándose para postularse nuevamente a la presidencia en 2018– había comenzado años antes, con más fuerza durante el periodo de su correligionaria del Partido de los Trabajadores (PT) Dilma Roussef, que lo sucedió en 2011. Laintención era encontrarle pruebas de corrupción en la petrolera estatal, Petrobras, en una operación que llamaron Lava Jato, liderada justamente por el juez que al cabo condenó a Lula a presidio: Sérgio Moro. Continuaremos el próximo martes, queridos lectores.
Al filo de la democracia (1 de 3)
- Cinediciones
-
-
Gustavo Guerrero
Estado de México /