Los niños representan lo más noble, puro y tierno de la sociedad. También son los más vulnerables e indefensos frente a la fuerza y la maldad, siempre al acecho.
Una de las mayores deudas del país es con su infancia. La justicia y la política son igual de corruptas. El nuevo Sistema de Justicia Penal ha sido tan oneroso como inútil; un remedio peor que la enfermedad, producto de la improvisación.
Las reformas propuestas por AMLO deben eliminar cotos de poder, nepotismo y cacicazgos en el aparato judicial —federal y local—, como el existente en La Laguna, donde el pavoneo y las ridículas galas exteriores de quien lo ha ostentado por décadas no suplen su falta de prendas personales. Justo en Torreón, el niño Carlos Armando Muñoz (12) fue asesinado el 2 de enero de 1999por un pervertido.
Enrique Busquets Casanova (EBC) tiró el cadáver cerca del aeropuerto después de ocultarlo en su negocio (Inteligencia Artificial). El caso atrajo la atención de la prensa nacional.
La Procuraduría de Justicia, contaminada por las miasmas de la corrupción, llegó al extremo de fabricar un culpable, apodado el Greñas, pero ni la familia ni la opinión pública comulgaron con esas ruedas de molino.
El asesino huyó a España (refugio de algunos pillos sobradamente conocidos en Coahuila). Tras años de búsqueda, se le ubicó por internet en un cibercafé de Gerona. Juan García Chapa, supervisor de la Policía Ministerial, se hizo pasar por niño, y el pedófilo cayó en la trampa: en 2004 fue arrestado y más tarde extraditado. La sentencia de 20 años dictada por la juez María Luisa Valencia se amplió después a 40. Pero EBC goza de influencia política y un Tribunal Colegiado se la redujo a la pena original.
Una nueva anomalía le abrió a EBC la puerta para salir libre antes de tiempo. Sin embargo, la juez Carlota Velázquez impidió temporalmente que al dolor por el asesinato de Carlos Armando se sumara otra barbaridad: regresar a las calles a quien, según pruebas científicas, es una amenaza para la sociedad. La audiencia se pospuso para el 20 de septiembre. Un triunfo para Carlos Muñoz, padre de la víctima, y su familia, quien ha puesto de relieve la corrupción de la justicia.
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