¿Te ha pasado que cuando dudas en dejar ir a tu hijo a una fiesta y de pronto te enteras que estarán presentes ciertos papás de uno de sus compañeros, automáticamente le das permiso con toda tranquilidad? Lo haces porque sabes que esos señores son una garantía de que tu hijo estará bien cuidado y supervisado. Sabes de sobra que no les quitan la vista un momento, no permiten desorden, faltas de respeto ni barbaridades.
Esos son los “padres garantía”. Muy diferentes a otros papás irresponsables, que llevan a su hijo a una fiesta y lo bajan en la casa de un desconocido sin voltear a ver quien lo recibió en la puerta. Su hijo simplemente les dijo que estaría con sus amigos o incluso les miente, diciendo que los padres de su amigo estarán presentes. Los padres garantía llegan incluso a ser un verdadero referente de compromiso y responsabilidad. En un viaje de estudios por ejemplo, muchos de los papás darán permisos a sus hijos siempre y cuando estén presentes dichos padres. Pero si por alguna razón, los padres garantía no pueden acudir a ese viaje, de inmediato cancelarían el permiso por no sentir confianza en otra persona. ¿Cuánto cuesta construir un temple interior y un sentido tan elevado de compromiso para volverte un referente para otros? ¿Qué nivel de confianza tienes que inspirar para que los padres a ojos cerrados dejen a sus hijos en tus manos en ese tipo de circunstancias?
Una de mis pacientes tiene justamente esas características. En una reunión a la que acudió a cuidar a su hijo adolescente y a sus amigos en una fiesta en un hotel de playa (inicialmente con la molestia de este) terminó por impactar positivamente el ánimo del resto de los chicos, e incluso le pidieron que conviviera y comiera con el grupo. Ella es una “madre garantía”.
Lejos de percibirla como un intruso o vigilante, sintieron tal nivel de empatía y de comprensión por parte de la señora, que tuvieron la facilidad de compartirle sus inquietudes y emociones propias de la adolescencia. Fue empática pero no solapadora, y los chicos se comportaron a la altura. ¿Somos acaso uno de esos padres garantía? Si no fuera así ¿Estamos dispuestos a trabajar para convertirnos en ello?