Las elecciones son un instrumento para renovar el poder político de forma pacífica y periódica. Sin ellas la democracia moderna sería inconcebible, pues dotan de legitimidad a los futuros gobernantes, para que sus propuestas de campaña se concreten en acciones de gobierno.
Las elecciones dan legitimidad a la democracia, pero cuando son controvertidas ocasionan un déficit, como en México. Según el Informe Latinobarómetro, la percepción sobre la limpieza de los comicios fue de apenas 26 por ciento en 2015, con lo cual se ubicó en último lugar de 18 países encuestados. Eso explica por qué solo 19 por ciento de los mexicanos está satisfecho con su democracia.
Los datos son preocupantes, según el Informe País la confianza en la autoridad electoral era de 34 por ciento en 2014. Además, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Cultura Política 2014, 49 por ciento de la ciudadanía consideró que los partidos compraban votos; sólo 12.9 por ciento opinó que nuestras elecciones eran libres y equitativas.
Recientemente GEA-ISA publicó la Segunda Encuesta Nacional de Opinión Ciudadana 2017. Ahí revela datos importantes sobre los comicios de este año: 37 por ciento de los encuestados consideró que hubo compra de votos en nuestro estado; 26 por ciento en Coahuila y 19 por ciento en Nayarit.
Acerca de la limpieza de los cómputos de votos en los tres estados, 42 por ciento opinó que fueron sucios en nuestra entidad, 31 por ciento consideró lo mismo en Coahuila y solo 19 por ciento dijo eso en Nayarit. Además, 32 por ciento de los encuestados opinó que debe anularse la elección mexiquense, en contraste con 23 por ciento de Coahuila y 14 por ciento de Nayarit.
La contundencia de los datos obliga a la reflexión. Es un mensaje para que las autoridades cumplan las leyes y generen certeza en cada etapa de los comicios. Si los organismos electorales no cumplen esta condición, los resultados serán cuestionados siempre y el déficit democrático crecerá.
Es prioritario recuperar la confianza en las instituciones y en los resultados electorales de 2018. Hay que dotar de suficiente credibilidad a los comicios, de tal forma que los resultados sean aceptados por los contendientes y la ciudadanía sin mayores dudas. Para eso hay que generar la convicción de que las cifras comiciales son producto exclusivo de la voluntad popular. No se ve otra forma de revertir este déficit democrático, que cada día crece más en nuestro estado.