Todos los datos conocidos sobre la pandemia apuntan a que el país está entrando en la fase más aguda de contagios y decesos y que dicha fase se prolongará hasta entrado el verano. El sentimiento de la gente luego de dos meses de aislamiento es de cansancio, confusión y molestia.
La pandemia nos arrojó de golpe a un presente continuo. El hoy no es distinto del ayer y el mañana luce desdibujado. Más que la nueva normalidad, añoramos la vieja. La nueva normalidad no va más allá de un conjunto de normas y aspiraciones bajo las cuales intentamos descifrarnos y reconocernos.
En el caso de Jalisco los ciudadanos tenemos un conjunto de hechos y certezas que hasta hace poco nos permitían prefigurar un escenario optimista, pero en el optimismo y exceso de confianza construimos una falsa percepción de triunfalismo.
Los hechos son de todos conocidos. Jalisco ocupa los últimos lugares de incidencia de contagios y decesos por cada cien mil habitantes. Las autoridades locales tomaron la batuta y diseñaron diversas acciones para enfrentar el tsunami; se anticiparon al aislamiento, suspendieron clases y actividades de concentración masiva, se cerraron establecimientos no esenciales y se echaron a andar un paquete de medidas para adecuar los hospitales, contar con un método de detección de contagios con la Universidad de Guadalajara, así como para mitigar el impacto económico de la pandemia en negocios formales, informales, en el campo y recientemente hacia la comunidad artística.
Ante el inminente proceso de reactivación económica debemos tener en claro una cosa, la pandemia sigue allá afuera. La Fase 0 no significa que vencimos al virus, significa que evitamos el colapso del sistema de salud. Al salir, salimos con el virus, no de él, por ende, nos toca volver a un sano escepticismo.
Los datos aportados la semana pasada por los integrantes de la mesa de situación de la pandemia son preocupantes. A partir del 10 de mayo relajamos las medidas y el reciente repunte de los casos se debe a ello.
Según lo contabilizado, un 22 por ciento de la población que no necesita salir rompió el aislamiento. Para que la estrategia de reactivación económica funcione es necesario que ese 22 por ciento de la población se guarde en su casa. Se trata de un equilibrio matemático simple, para comenzar a reactivar la economía se tenía previsto que 6.5 por ciento de personas aisladas salieran para abrir sus negocios, pero el incremento en la movilidad de tres semanas a estas fechas puede comprometer la meta. Ignorar esto podría llevarnos de regreso a una situación de cierre de negocios y prolongar el aislamiento.
Se entiende que el dilema que vivimos ante la Fase 0 es grande, pero la salud y la economía se pueden cuidar si volvemos a los niveles de desmovilización de principios de mayo, es decir, salir a lo esencial.
La prueba es para los ciudadanos. Tenemos ante nosotros el reto de actuar con responsabilidad, prudencia y cautela. Mientras no haya vacuna, la vacuna es mantenernos en casa y no bajar la guardia.
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