Cultura

Poéticas del relámpago

La ideología del cuerpo versus la mente marginó el ámbito somático del proceso civilizacional de Occidente. La interioridad intuitiva quedó excluida de los discursos científicos, políticos y sociales, y la historia se convirtió en una disciplina dedicada a registrar el limitado horizonte positivista de las efemérides. Desde la antigüedad clásica la conciencia participativa ha sido enemiga de la filosofía occidental y su hipertrofiada creación: el ego individual, que ha desembocado en los últimos hombres (Nietzsche), en los usuarios terminales de sí mismos (Sloterdijk), o en los narcisos ahogados en su propio reflejo (Byung-Chul Han).

Una lección antropológica enseña que cuando las grandes estructuras sociales se fracturan solamente pueden volver a levantarse a partir de los pequeños formatos. Los que han surgido ante el colapso posmoderno, todavía incipientes y germinales, abandonan la distancia psíquica como criterio de verdad y representan otra forma de vinculación de los seres humanos entre sí y con la naturaleza de la que se han enajenado. Todos ellos existen desde tiempos ancestrales, pero es ahora, en medio de una apocatástasis (retorno de las cosas a su primitivo punto de partida), habitual en los momentos cuando concluyen las épocas, que aparecen de nuevo y son respuesta, camino, posibilidad.

Pequeños formatos como el haikú, un artefacto de revelación poética de diecisiete sílabas que conduce a la disolución súbita del ego y a una percepción intuitiva sobre lo real mediante una métrica proveniente del encuentro entre el taoísmo y el budismo.

El arte japonés que emerge de ello busca superar la razón lógica para encontrar la esencia, el infinito en todo. Como afirma el Tao, aquel incesante flujo que alienta en todas las cosas y a través del cual el artista percibe la belleza incluso en lo que no parece ser hermoso de inmediato.

Algunos axiomas del arte del haikú son mencionados por R. H. Blyth: a) si el infinito está en todas partes, todas las cosas, grandes o pequeñas lo contienen —“Lo más pequeño es igual a lo más grande”, se lee en un texto zen—; b) la expresión del infinito es una forma sin forma que se realiza de modo asimétrico y fluido; c) el infinito debe manifestarse en la poesía por la expresión sugerente, que se adelanta al tiempo porque es una anticipación; d) el mundo es panteísta y la esencia del Todo debe alentar en las líneas del poema, reproduciendo así la simpatía cósmica; e) la elección de lo simple es la elección misma del infinito, que contiene y sobrepasa a la multiplicidad; f) el aspecto negativo de las cosas es complementario, y el poeta emplea sus disonancias para crear un objeto más allá de la dualidad; g) el tiempo circular característico del infinito debe encontrarse en el poema.

Hace trece siglos se definió al zen, del cual el haikú es un arte adyacente, como la conciencia cotidiana: dormir cuando se tiene sueño, comer cuando se tiene hambre. Dicha política de lo concreto dio lugar a formas estéticas de condiciones morales antes que artísticas. Quien las practique debe conocer el olvido del yo, habitar una soledad dichosa y agradecida, aceptar la realidad, rechazar el verbalismo, los conceptos y el juicio moral, poseer sentido de la contradicción. Es decir, humor, libertad mental, percepción de lo concreto, amor no sentimental.

Así escribe el poeta Ranko en traducción de José Emilio Pacheco: “Noche encendida: / de nube en nube / viaja la luna”. Entre los intervalos, simples y sagrados, nueve palabras condensan una imagen objetiva. Así escribe el poeta Oemaru: “Ese grillo que canta / de sol a sol / ¿habla de dicha o dolor?” Una adivinanza para colapsar la razón lineal con un reductor de contrarios porque el Tao libera de cualquier nominación feliz o infeliz, enseña que el nombre no es la cosa y la dualidad, una ilusión. Así escribe el poeta Kyoroku: “Viento de otoño / colgado de una estaca / flota el sudario”. Una figura alude a la muerte y al tiempo que se desvanecen y regresan en la existencia, danza incesante. Otra imagen, la estaca, queda rodeada por las cosas sutiles. En tal fricción surge el poema.

El filósofo Shuzo afirmó que la liberación del tiempo por el arte se produce dos veces: una cuando el poeta recrea el infinito y otra cuando el lector contempla los objetos del arte y participa de esa creación. Poesía es hacer que ocurra algo extraordinario. De ahí se sigue que quien hace es el poeta.

Formas y sensibilidades del decrecimiento y el regreso a lo esencial para enfrentar un presente de catástrofes y los ominosos días de mañana, como única posibilidad de sobrevivencia. La restricción del significado o el ornamento entendido como delito. Austero significa sobrio, morigerado, sin excesos. El haikú es un modelo estético, natural y político de la austeridad. Representa la reducción drástica de lo que sobra. Un recogimiento: esa sabiduría que comienza en el (casi) silencio.

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Fernando Solana Olivares
  • Fernando Solana Olivares
  • (Ciudad de México, 1954). Escritor, editor y periodista. Ha escrito novela, cuento, ensayo literario y narrativo. Concibe el lenguaje como la expresión de la conciencia.
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