Política

¿Regreso del caudillo?

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El sector más elaborado del lopezobradorismo presenta la hipótesis sobre la necesidad de López Obrador como un catalizador de la inconformidad social. Algo así como que después de él, el caos. No es para desdeñarse el planteamiento, es para discutirse en serio. La polarización precede al triunfo de López Obrador. Suponer que con su salida –por el tiempo, accidente o voluntad popular– se resuelvan los problemas de la vida pública es un error, y más bien podrían agravarse.

La polarización en EU llevó a la mayor crisis institucional. También la precedía la llegada de Trump a la presidencia, pero él se apoyó en ésta y la alentó desde el poder. Justo lo que ha hecho López Obrador. La cuestión es doble: por una parte, la social, un sector relevante de la sociedad conflictuado en extremo con el sistema; por la otra, un liderazgo que se sirve de las instituciones de la democracia para atentar contra éstas.

La ausencia temporal del Presidente por el contagio del covid ha revelado un vacío político preocupante. El riesgo deviene de lo que ha ocurrido en este régimen: una inédita personalización del poder. La secretaria Sánchez Cordero se muestra aislada, desinformada y deliberadamente expuesta para hacer entender que nadie puede reemplazar a quien ahora reposa en pos de salud.

Nadie, Ebrard, Sheinbaum o Monreal, es referente de cohesión. Cada cual con los suyos. Así es porque Morena fue un proyecto político para llevar a López Obrador a la presidencia y ahora para mantenerlo allí. Su fragilidad política en perspectiva es extrema y el partido muestra fisuras y, más que eso, la ausencia de compromiso ético elemental; vil y puro pragmatismo por los votos. López Obrador es el factor de cohesión y eso es un problema porque su investidura es temporal, su liderazgo no lo es, como lo presumen sus finos apologistas.

Lo ocurrido en estos días hace pensar, necesariamente, sobre lo que habría de venir en la sucesión. Hasta antes de la crisis de vacunación Ebrard parecía imbatible; el fiasco de su negociación lo vulnera. Sheinbaum padece el dilema de la responsabilidad o la sumisión, que la crisis sanitaria volvió más visible y más desgarrador. Monreal construye alianzas políticas y territoriales como nadie, pero la desconfianza de los duros persiste.

López Obrador ha dicho que una vez terminado su gobierno habrá de retirarse. La aspiración de todo caudillo. El retiro o el continuismo no es decisión sino efecto de lo que ocurre en el entorno en el momento de decidirlo. Por eso Carlos Salinas se inclinó por Colosio o Echeverría por López Portillo, con la expectativa de mantener vigencia a manera de “continuar sirviendo a la nación”. Quien llegue a la candidatura de Morena tendrá la dificultad de conciliar dentro, especialmente dar espacio al presidente que concluye, a la vez que va a requerir, por elemental credibilidad, que el candidato o candidata represente no a quien lo o la promovió, sino a la causa trascendente que se presume, la credibilidad descansará en su independencia y distancia del promotor. La alternativa sería el regreso al régimen del caudillo.

@berrueto
fberrueto@gmail.com

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Federico Berrueto
  • Federico Berrueto
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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