En un mundo que criminaliza la inmigración y deshumaniza a los migrantes, que acusa a los más chambeadores de ser parásitos sociales y a los refugiados que huyen de la violencia de terrorismo me parece importante reconocer y aplaudir que al menos por un instante el gobierno de México haya recordado su rica tradición de asilo y su vocación humanitaria.
Celebro que Evo Morales esté en el país mientras Bolivia encuentra una solución pacífica a la crisis generada por el rompimiento del orden democrático durante la elección presidencial del pasado 20 de octubre, fraudulenta y en la que Evo no tendría que haber participado, según los resultados del referendo constitucional al que convocó su gobierno en 2016.
Desde la creación de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en 1980 y antes de esta fecha, México, como lo explicó el canciller Marcelo Ebrard esta semana, “se ha mostrado como un Estado incluyente y solidario, cuyas puertas han estado abiertas para quienes han tenido la necesidad de abandonar sus países por persecución política y otras causas”.
Por eso le doy la bienvenida a Evo Morales y por eso llevo casi un año criticando en este mismo espacio la política migratoria del gobierno de AMLO, que con acuerdos como los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP) y la deportación masiva de familias centroamericanas, traiciona los principios con los que justifica la decisión de otorgar asilo a Morales.
Es una contradicción indefendible. Avión privado, recepción VIP y hasta micrófono para intervenir desde aquí en los asuntos internos de otro país cuando se trata de un personaje alineado a los intereses del Presidente. A los niños y las mujeres que llegan de Guatemala, Honduras y El Salvador, los espera en cambio el acoso de la Guardia Nacional, meses de espera en condiciones inhumanas antes de presentar sus casos ante la Comar, detenciones arbitrarias y finalmente la deportación.
Los seguidores del Presidente quieren lo mejor de dos mundos. Aplaudir el asilo a Evo y aplaudir una serie de medidas diseñadas para negarle esta misma oportunidad a miles de migrantes que también corren el riesgo de morir si permanecen en sus países. Este gobierno pretende ser muro y puente al mismo tiempo. Tarde o temprano, uno de los dos se les va a caer.
@Enrique_Acevedo