El miércoles se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y, según se dice, la jornada transcurrió con normalidad, no hubo como en fechas anteriores actos graves de violencia.
La violencia contra la mujer no es un hecho reciente ni mucho menos aislado. Tiene un origen estructural que se remonta a las primeras formas de organización social y a la consolidación de sistemas de dominación, filosóficas, jurídicas, políticas… que normalizaron la desigualdad entre hombres y mujeres.
No se trata solo de ver episodios individuales que aparecen en la nota roja de los diarios, sino de mirar una cultura que, aun en nuestros días, reproduce patrones que degradan, excluyen y vulneran a las mujeres.
Esa inercia histórica continúa moldeando comportamientos y discursos, recordándonos que la violencia de género es un problema estructural en la historia de la humanidad que hay que resolver, no una suma de casos aislados.
Reconocer este trasfondo histórico es indispensable para comprender que la violencia de género no se elimina con declaraciones simbólicas –como la del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer– ni con actos conmemorativos, sino con políticas públicas sostenidas, educación con perspectiva de igualdad entre hombres y mujeres, transformación de las instituciones y un compromiso social que cuestione los prejuicios que siguen reproduciéndose en la vida cotidiana.
Solo así –mirando de frente su raíz sistémica estructural– podrá imaginarse y construirse un orden social en el que ninguna mujer tenga que vivir con temores y miedo a ser discriminada, y en el que la igualdad deje de ser una aspiración para convertirse en una realidad palpable en la vida cotidiana.
Decir que las diferentes formas de violencia contra la mujer son estructural sistémicas implica asumir que está arraigada en la organización misma de la sociedad: en el poder, los roles, las normas y los mecanismos que ordenan la vida social. Por ello, avanzar hacia la igualdad exige transformaciones profundas, no solo reducir la mirada al derecho penal.