Cultura

¿Arte para quién?

Para muchas personas el mercado del arte se ha vuelto un asunto vinculado con el arte como inversión, el esnobismo y la búsqueda de estatus. Lo cual no significaría en absoluto que las obras o artistas como tal lo sean, sino que tendría en todo caso más que ver con el entramado simbólico que se ha creado alrededor. En ese sentido, la semana anterior se produjeron dos acontecimientos mediáticos que de alguna manera representan dos polos opuestos de lo que es el arte y lo que significa para las vidas de millones de personas.

Por un lado, el genial Banksy intervino un concierto de Idles en el festival de Glastonbury, poniendo a circular una balsa inflable con muñecos representando a los migrantes que habitualmente las ocupan. Esto sucedió durante la canción “Danny Nedelko”, que trata sobre empatía con los inmigrantes, y fue transportada por las manos de los asistentes al concierto, quienes pensaban que formaba parte del show. Pero quizá lo más significativo se produjo después, cuando el secretario del Interior del Reino Unido calificó la pieza de “vil e inadmisible”, al considerarla humorística sobre un tema tan serio, cuando en realidad lo que todo el mundo entiende es que fue ante todo un comentario a la política del gobierno conservador de arrestar y deportar a la gente que llega en dichas embarcaciones. Banksy respondió en su cuenta de Instagram que las declaraciones le parecían un poco exageradas, y que el barco real que financia, el MV Louise Michel, había rescatado a 17 niños en el Mediterráneo hacía unos días. Como respuesta, el gobierno italiano lo había puesto bajo detención.

Así que la pieza de Banksy generó exposición y una reacción oficial sobre un tema urgente, y de manera no panfletaria, sino dejando que el acto hable por sí mismo. Y no es menor que su gesto vaya aparejado de un acto político real, como financiar un barco que rescata migrantes. Se trata de una viñeta que expone cómo el mejor arte incomoda y llama a la acción, produciendo un impacto así sea pequeño en la percepción de la realidad a la que hace referencia.

Por otro lado circularon en las redes sociales de la modelo e influencer Kendall Jenner fotos sobre una visita nocturna al Museo de Louvre, junto con su novio Bad Bunny. Misma situación que ocurrió con la cantante Katy Perry, quien también subió a redes su foto con la Mona Lisa de trasfondo. (Para intentar hacerme una idea del costo escribí al museo preguntando por una visita y se me respondió que de momento no ofrecían visitas fuera del horario de apertura).

A diferencia de lo anterior, este gesto representa todo lo que de lujoso, esnob y excluyente puede caber en el arte. En primer lugar por la obviedad de que las celebridades accedan de manera exclusiva al museo más visitado del mundo, pero no únicamente. En particular el montaje fotográfico de Jenner, quien cuidadosamente aparece descalza en la serie que titula The Louvre at Midnight, redobla no sólo la apuesta por lo único de su posición (¿quién más visitaría el Louvre sin zapatos?) sino por la importancia de sacar provecho público al momento exclusivo. (¿Habría realizado la visita si se le prohibiera compartirla en sus redes? Seguramente, no). 

En diametral oposición al arte de Banksy estos desplantes (con la complicidad del museo) representan todo menos el goce de la contemplación estética o cambios en la percepción del propio entorno. Se trata sobre todo de recordar con el propio estilo de vida que se habita un mundo aparte. Al que por suerte para las celebridades, el común de los mortales se limita a conocer y poder dar likes a través de la industria multimillonaria que son sus redes sociales.


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Eduardo Rabasa
  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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