Lamento profundamente el descarrilamiento del Tren Interoceánico y envío mis más sentidas condolencias a las familias de los 13 fallecidos. Lo ocurrido me indigna porque la tragedia pudo haberse evitado si se revisaban a detalle las irregularidades documentadas.
Aquí en estas páginas, el 23 de septiembre, escribí que “la seguridad del Tren Interoceánico del Istmo de Tehuantepec podría estar en riesgo si se confirma que se han utilizado materiales de mala calidad mezclados con los adecuados para la cimentación de la vía en algunos tramos”.
Esa es solo una de tantas hipótesis que la Fiscalía General de la República deberá investigar y comprobar.
Los documentos confidenciales a los que tuve acceso a mediados de año, junto al equipo de MILENIO Noticias 22 horas, exhiben irregularidades de otro de los tramos de la vía, donde un consorcio constructor mezcló materiales para entregar balasto más barato.
La piedra en la que descansan los durmientes que sostienen las vías contaban con estudios de calidad óptimos porque eran de otro proveedor, quien fue defraudado luego de que sus documentos fueron usados para pasar los materiales como “buenos”, cuando eran chafas.
El tema llegó a la Secretaría de Marina y a la oficina de atención de la Presidencia de la República. ¿Alguien hizo algo? ¿La transa se habrá repetido en otros tramos como el del accidente?
Ayer recibí un sinnúmero de mensajes de expertos en la obra. Personas con conocimientos científicos que además viven en la zona y conocieron el procedimiento de rehabilitación. Enlistaron varias hipótesis sobre lo ocurrido.
Una sustenta lo del balasto. Aseguran que hay problemas con la resistencia de la piedra: “se desmorona y no da la medida”.
Otros señalan que en esa curva “los durmientes son viejos”.
También hay quienes argumentan que “los vagones no son los adecuados”. Dicen que se compraron a Estados Unidos, donde ya eran considerados de desecho: “puro equipo muy usado y viejo que en otros países ya no puede operar”.
Por donde se le vea, la obra debe ser revisada con lupa. Y debe salir a la luz todo lo que se hizo mal para que ese tren se descarrilara.
Hacerlo no es darle gusto a la “derecha”, “oposición”, ni “prensa crítica”, es JUSTICIA para esas 13 vidas, 13 historias, 13 seres humanos que ya no terminaron el año tras subirse al tren, cuya construcción ha sido señalada múltiples veces.