En un país de libertades, cada individuo es libre de pensar, hacer y decir lo que quiera, siempre en el respeto al derecho de los demás. Lo que no se vale es ofender y calificar a las personas por su condición social, política y económica, porque entonces se violenta la norma jurídica que regula la conducta humana.
Por lo anterior, en la semana que concluye me llamó la atención la amplia cobertura que le dieron los medios de comunicación electrónicos, principalmente los noticieros y programas de revista de la televisión abierta, a las expresiones del escritor Mario Vargas Llosa sobre el riesgo –según él- de que México regrese al populismo democrático.
Y el nobel de literatura remató: "Espero que los mexicanos tengan un momento de lucidez y no voten por quien representa el regreso al populismo del pasado".
Es lamentable que los medios le hayan dado tanto espacio a estas declaraciones de un hombre que tiene méritos literarios, pero no autoridad moral para denostar a los habitantes de este país al decir que somos tontos.
Al señalar que espera que "los mexicanos tengan un momento de lucidez" está diciendo que somos tonos y que solo por momentos tenemos destellos de conciencia. El escritor se equivoca, pues los mexicanos tenemos conciencia y somos responsables de nuestros actos y nuestras decisiones.
Nadie nos dice qué hacer y cómo hacer las cosas. Y menos un ente como Vargas Llosa que traicionó a su pueblo y descalificó a las instituciones del país donde nació y del que hoy se avergüenza y por ello se nacionalizó español.
Es inadmisible que en el afán de desacreditar una candidatura, la televisión mexicana le haya dado tanto revuelo a las expresiones del laureado escritor, y no se le haya hecho ninguna crítica y sobre todo expresarle un extrañamiento luego de que nos definió como idiotas.
Me asombra que los intelectuales mexicanos, antes de exigir que el escritor se retracte de lo que dijo sobre el momento de lucidez, guarden silencio y estén aceptando el calificativo de imbéciles con lo que nos etiquetó.
Vargas Llosa hizo uso de su derecho a expresar y se extralimitó al señalarnos como tontos. No puede decir que una persona que no vota por el neoliberalismo que él representa carece de lucidez.
No estoy en defensa del candidato al que criticó el nacionalizado español. Simplemente expreso mi inconformidad porque con esa expresión definió a los mexicanos como lo que no somos.
Es una pena que los intelectuales hayan guardado silencio, lo mismo los académicos que asisten a los foros mediáticos y también los líderes de opinión, ante tal señalamiento del nobel de literatura.
Ojalá muchos más alcen la voz y no permitan que los extranjeros nos digan tontos. Porque no lo somos.
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