Que Luis Fernando Salazar “anda en pos de Doña Blanca”, buscando la lejana candidatura de Morena a la alcaldía de Torreón, y lo hace con mucha cautela, porque ahora en el Movimiento, “el que se mueve, no sale en la foto”. Aun así, el senador no pierde oportunidad de recordar que su meta no es modesta: dice que quiere ser alcalde y, por qué no, también gobernador del estado. Ambición no le falta, pero su destino político dependerá, primero, de cómo el INE defina el tema de la paridad de género en los municipios, y luego, de los equilibrios internos que siempre resultan ser una guerra sin cuartel.
Que Salazar debe esperar los tiempos y, sobre todo, medir el terreno. Dentro de Morena tendrá que lidiar con adversarios que, desde cualquier trinchera, se vuelven letales: Shamir Fernández y su esposa Pily, que conservan estructura y simpatías; Antonio Attolini, con su activismo mediático y fieles digitales; Cecilia Guadiana, que carga apellido y respaldo; y Américo Villarreal, que no se queda atrás en presencia política. En Morena, aunque lo nieguen, las batallas internas son épicas y despiadadas. Lo suyo, definitivamente, no es la institucionalidad ni el consenso.
Que hablando de Attolini, más de uno anda desconcertado. Resulta que el diputado local morenista estrenó un canal en plataformas digitales: micrófono en mano, entrevista a la gente que se le acerca, hace cortes informativos, y hasta parece disfrutarlo. Algunos juran que busca monetizar, porque promociona pozolerías del sector poniente y les añade su logotipo. ¿Tendrá tarifario o lo hace por amor al arte?
Que quien también se subió al tren del contenido digital es la presidenta de los Tribunales de Justicia Municipal de Torreón, Martha Rodríguez. Ella lanzó un podcast en el que conversa con personajes de distintas áreas sociales. La moda de los micrófonos llegó a la política local, y cada quien le imprime su sello, entre el afán de comunicar y la búsqueda de reflectores.
Que el gobernador Manolo Jiménez anda más que contento con el “piropo” que le lanzó Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. Pero más que un halago, puede leerse como señal de buena sintonía con la Cuarta Transformación. En el fondo, lo que resalta es el eco que Coahuila ha logrado: un estado organizado, con operación política fina y una relación institucional que, al menos por ahora, fluye con cortesía y cooperación.
templete@milenio.com