Policía

Una digna senadora

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Una vez visité a una digna senadora en su oficina. Su secretaria se llamaba Concepción. Cony, al igual que la legisladora para la que trabajaba, era mamá de una de las más de 600 personas desaparecidas por el Estado mexicano en los setenta.

En mi antesala, Cony atendía jornaleros agrícolas de Sinaloa, mujeres de Ciudad Juárez, delegados indígenas de Oaxaca y a un puñado de obreros de San Luis Potosí. Pocas veces la Torre del Caballito (antigua sede legislativa) era un pequeño mosaico del México lastimado. El México que iba a visitar a la senadora Rosario Ibarra de Piedra.

En aquel septiembre de 2007, aún prevalecía la resistencia de Andrés Manuel López Obrador, contra el entonces mandatario, Felipe Calderón. “Calderón debería estar en la cárcel”, me dijo la activista de Monterrey con un acento norteño intacto tras años de andanzas capitalinas. “He dicho toda la vida que el que comete un delito debe estar en la cárcel y el fraude es un delito”.

Ese día llevaba en la solapa de su blusa un prendedor con la imagen de su hijo Jesús y aunque yo quería hablar de desapariciones, ella, agitada por la crisis política del momento, llevó primero la conversación hacia el tema de los presidentes modernos.

A sus 80 años, doña Rosario, junto a sus compañeras del comité Eureka, se había reunido con todos, salvo con Zedillo. “Ese mandó decir que nos recomendaba que llamáramos a Locatel para reportar a nuestros desaparecidos”.

Con Echeverría, en cambio, se reunió 39 veces; con López Portillo una veintena; con De la Madrid otras tantas y hasta lo hizo también con Salinas. “Me preguntaron que si yo legitimaba a Salinas con ir a verlo y dije que no, porque no lo legitimé”.

—¿De Vicente Fox?

—No tiene mucho caso hablar de él, ya sabemos el fiasco que fue.

—¿Y de Calderón?

—De Calderón no espero nada. No me voy a reunir con él, no lo reconozco…

—¿Cree que su gobierno hará algo por los desaparecidos?

—No va a hacer nada por los desaparecidos, sino es que desaparecerán más en su gobierno como ya lo estamos viendo.

No se equivocó. A partir de aquel gobierno, las desapariciones volvieron a ser uno de los más grandes problemas nacionales.

Descanse en paz, doña Rosario. Seguiremos buscando a Jesús y a otras miles de personas.

Y el Senado extrañará su dignidad. 

deo@detective.org.mx

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Diego Enrique Osorno
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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