En la parte vieja de Las Vegas, sobre la calle Stewart, un edificio de los cincuenta destaca en su entrada principal: National Museum of Organized Crime and Law Enforcement. Se trata del coloquialmente conocido The Mob Museum, sitio creado por una organización civil de Nevada con el fin de reflexionar sobre el impacto y la historia de la mafia americana.
A través de una serie de salas de exhibición e inmersión distribuidas en tres pisos y diseñadas como si fueran una especie de construcción policial, uno puede darse una idea rápida y muy general de unos cuantos grupos criminales ya famosos por la literatura y el cine hollywoodense.
Por ejemplo, en uno de los cuartos introductorios está un pizarrón donde se explican las características y hábitos atribuidos a la mafia, así como los barrios y ciudades donde operaron: en Nuevo Orleans, Little Palermo; en Nueva York, Five Points, Brooklyn, Hells Kitchen, Lower East Side; en Chicago, Levee, Little Hell y Maxwell Street; en Kansas, West Bottoms; en Filadelfia, Kenington y Bella Vista; en Cleveland, Big Italy, Little Italy y Mayfield Road…
Bajo la misma idea, a mitad del recorrido, en uno de los salones dedicado a las investigaciones antimafia del FBI aparece un mapa gigante del territorio de EU, titulado “Connecting the Dots”. Debo confesar mi ligera emoción al estar frente a un documento donde se muestran organizaciones, rutas y lugares del crimen organizado en EU. ¿Por qué? Porque en los últimos veinte años he discutido con fuentes mexicanas y americanas la abundante producción de mapas, diagramas y gráficos que detallan rutas, personajes y organizaciones del crimen organizado en México, pero la escasez al respecto en torno al territorio estadunidense.
Incluso, en 2009 tuve una áspera discusión pública con un periodista Pulitzer gringo sobre la negación de la DEA para reconocer e identificar los cárteles que operan en EU. Tras un rato de debate, el colega aseguró que no había mapas de organizaciones criminales en su país, porque estas eran apenas bandas o pandillas, algo que por supuesto me parece increíble y que en la medida de mis posibilidades he querido entender a través de mis propias investigaciones, o bien, consultando y exhortando a colegas gringos a investigar dichas redes en su territorio.
Y aquí, en un museo de Las Vegas, es donde veo un mapa —por supuesto no oficial— en el que se desglosan los grupos mafiosos americanos distribuidos en ciudades como Reno, San José, Phoenix, Tucson, Denver, Dallas, Kansas, Hot Springs, San Luis, Springfield, Rockford, Madison, Milwaukee, Nueva Orleans, Covington, Pittsburgh, Detroit, Buffalo, Scranton, Youngstown, Boston, Newark, Baltimore…
Pero claro, este es un museo y este mapa es algo del pasado. La mafia ya no existe en EU: ahora está en México, Colombia y otros lugares del orbe… y en el museo.
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Un apartado que me gustó del Mob Museum es en el que se rescata historias interesantes de detectives antimafia que yo no conocía, como Joseph Petrosino, alias “Sherlock Homes italiano”, quien lideró un equipo especial de policías en el Departamento de la Policía de Nueva York, para combatir a la Mano Negra, la organización mafiosa que asoló la ciudad a principios del siglo pasado.
“En 1909, Petrosino viajó en secreto a Sicilia para obtener información sobre las operaciones de la Mano Negra en Nueva York. Pero Petrosino ya era famoso en Sicilia, donde sus enemigos lo asesinaron en una calle oscura. Un par de hombres le dispararon hasta acabar con su vida. Su cuerpo fue trasladado a Nueva York, donde más de 250 mil personas llenaron las calles para despedirlo”.
Tras leer este registro museográfico tan potentemente cinematográfico me sorprende que no haya una película de Petrosino. ¿O será que ya hay una y no la conozco? Evitaré la búsqueda en Google del dato y dejaré esta duda por aquí. A veces está bien quedarse con ciertas incógnitas.
Otro detective interesante es el agente encubierto del FBI Jack García, del cual se muestran algunas de las herramientas de espionaje que utilizó durante las más de cien operaciones de infiltración que llevó a cabo por todo EU, en especial al interior de la familia Gambino de Nueva York.
Por esta misma sala hay unos viejos libros de contabilidad mediante los cuales se pudo finalmente detener al célebre Al Capone, debido a que no estaba pagando impuestos con las operaciones que realizaba en El Patio, el bar administrado por su socio y prestanombres Louis Campagna. Los tres libros de contabilidad, como si fueran una especie de documentos sagrados, son exhibidos bajo la leyenda “Follow the money”.
También está la edición número 12 de la revista Time, cuya portada es cubierta totalmente por la foto en blanco y negro de un hombre sonriente de traje, calvo y con una rosa en la solapa: Alphonse (“Scarface”) Capone.
Sobre Capone hay también un memo final de la Unidad de Inteligencia Financiera en el que el agente encubierto Mike Malone reporta a Frank Wilson un resumen de la evasión de impuestos investigada, así como también algunos detalles de los negocios de apuestas, extorsión y prostitución controlados por Capone.
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Hay también algunos espacios interactivos como un laboratorio forense, la réplica de un bar clandestino durante la prohibición y una silla eléctrica en la que fueron ajusticiados diversos mafiosos, bajo la ley de pena de muerte que aún se sigue aplicando en diversos lugares de EU. Al igual que otros morbosos asistentes me senté un rato en la silla eléctrica, pero la sensación resultó más que desagradable.
Mi espacio interactivo favorito fue la bella réplica de un juzgado que al apagar las luces se transformaba en un rústico e ingenioso cine 3D, donde se proyectaba un breve e interesante documental sobre los orígenes de la mafia y los principales juicios celebrados en contra de sus personajes más famosos.
Otra sala importante por lo confrontativa que resultaba es la de Missing, donde se abordaban algunos de los casos de desapariciones ocurridos alrededor de la mafia. Por igual estaban referidos el caso de los hermanos Anthony y Michael Spilotro, enterrados clandestinamente y encontrados una semana después; el de la joven Debra Davis, desaparecida en 1981, mientras que su cuerpo fue encontrado hasta octubre del 2000; o el de Deborah Hussey, desaparecida en 1984 y encontrada en el 2000.
Finalmente estaba el líder sindical Jimmy Hoffa (interpretado por Al Pacino en El Irlandés), desaparecido en 1975 sin que hasta la fecha se conozca su paradero ni destino final (aunque Scorsese ofrece en su peli una idea al respecto).
¿La mafia de EU solo está ahora en un museo?, me preguntaba una y otra vez durante mi visita. Antes de llegar a las últimas salas, donde se reseñan etapas menos antiguas y más presentes, me alteré un poco de nuevo al ver uno de esos mapas del territorio mexicano meticulosamente dividido y explicado como un botín de grupos criminales.
Pero ya ese angustioso y surreal recorrido final lo relataré en otro momento.
Diego Enrique Osorno