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Esa sangre es el agua

La Fiebre del Oro, la pesca de salmón y el acaparamiento hídrico en California provocaron la extinción del pueblo de Mark. C. BECERRIL
La Fiebre del Oro, la pesca de salmón y el acaparamiento hídrico en California provocaron la extinción del pueblo de Mark. C. BECERRIL

Vine a Monterrey a trabajar tras varios meses de ausencia y en lugar de sumarme a la furiosa teslamanía predominante, recordé con cautela una charla que tuve hace años con Mark Franco, líder de los winnemem wintu, sobre la forma en que la ambición desmedida ha destruido de manera puntual territorios y comunidades enteras.

La Fiebre del Oro de los 49’s en San Francisco, la pesca del salmón y después el acaparamiento del agua para la vigorosa industria de California eran las principales adversidades que habían provocado la extinción del pueblo originario de Mark, quien en aquel entonces era uno de los 125 nativos winnemem wintu que quedaban.

“Nosotros somos gentes del agua. Somos de un manantial en la montaña Shasta. Cuando el agua empezó a burbujear ahí en el manantial, ahí empezamos nosotros a vivir. De ese manantial, nosotros también bajamos con el agua por la cuenca, hasta un río que se llama Winememn y ahí establecimos nuestros pueblos y ahí vivimos con otras tribus a los dos lados.

—¿Hace cuánto fue eso?

—Desde que empezó el tiempo.

***

—¿Cómo nombrar lo que han vivido como tribu desde aquella época de los 49’s de San Francisco que llegaron buscando oro?

—En el pasado, las personas que vinieron adonde nosotros estamos vieron lo que estaba ahí y dijeron: ‘esto lo queremos nosotros’. En aquel entonces mataron a la gente que vivía ahí para sacar el oro. Envenenaban la comida. Invitaban a fiestas comunales y la comida que les daban estaba envenenada. Invitaban ir al río para contar historias, pero llegaban niños y mujeres y los mataban a balazos.

Con el paso del tiempo, nuestra población fue bajando. El hombre blanco seguía viniendo y cuando el hombre blanco llegó al río, vio la cantidad de salmón y dijo: ‘este es un buen lugar para sacar los huevos del salmón’. Había mucha venta de salmón en esos años en muchas partes y decidieron quedarse con el salmón y con nosotros no.

—¿Con el paso de los años el genocidio se detuvo?

—La política no ha cambiado. Es la misma política del genocidio, solamente que ahora, en lugar de cortarte la cabeza te cortan el agua, te cortan la comida, te cortan la salud, te sacan las cosas que tu cuerpo necesita para sobrevivir, pero también las cosas que tu espíritu necesita para sobrevivir, por eso vemos también una política de genocidio cultural del gobierno de Estados Unidos que nunca ha cambiado.

***

—No hay una imagen muy clara, por lo menos aquí en México, de los indígenas que resisten hoy en día en California…

—… Este problema de la imagen que hay en California no solamente se da en México. Es un problema que se da entre la misma gente de California. En el estado la gente indígena tiene casinos y con esos casinos, la gente tiene cosas brillantes, que es como nosotros llamamos al dinero: una cosa brillosa. Estas cosas brillosas destruyen la vida comunitaria de la gente, porque ellos no tenían que trabajar para estas cosas. Nada más las recibieron y ahora hay una percepción de que toda la gente indígena de Estados Unidos es así, que les gustaron las cosas brillosas. Pero no es así, todavía hay comunidades que luchan por mantenerse unidas con sus usos y costumbres.

—¿Cómo se puede luchar?

—Es importante que la gente tradicional y la gente espiritual esté involucrada en la lucha. Porque la gente tradicional y espiritual lleva algo que los gobiernos no pueden vencer. Llevan al Creador y el gobierno no puede vencer al Creador.

Las fogatas tradicionales las hacemos para que la Tierra sepa que seguimos peleando. Es importante rezar por el agua para que el agua sepa que están peleando por ella. Si no se hacen las fogatas, la Tierra pensará que ya no estamos luchando con ella;  si no rezamos por el agua, el agua pensará que ya no estamos luchando con ella.

Si no hay fogata, el agua cubre la tierra, sino rezamos por el agua, el fuego cubre la tierra.

—En México una de las luchas indígenas más emblemáticas es la de los zapatistas…

—Lo que yo sé de Chiapas, ¿es el lugar donde está el hombre enmascarado?, es que su lucha es la misma que nosotros tenemos. La única diferencia es que ellos todavía llevan las armas.

Nosotros hacemos la fogatas y rezamos para la gente de Chiapas, para que ellos escuchen nuestra fogata. Cuando las curanderas y la gente espiritual de Chiapas habla, sus palabras las escuchamos nosotros y pensamos en el espíritu de la gente que lucha.

Nosotros sabemos de la lucha y sabemos de las pérdidas, y aunque ya nosotros no sufrimos muertes a balazos, sí sabemos de sufrir. Pensamos en la gente Chiapas y estamos con ellos.

Muchos quieren llevar cierta distancia con la gente de Chiapas, que porque son radicales, que porque son comunistas, pero ¿qué es ser comunista?, ¿luchar por una comunidad? Pues entonces yo también soy comunista.

La gente indígena en el sur es la misma gente que en el norte. Solamente existen líneas creadas por los gobiernos que dicen: esto es México, esto es Estados Unidos, esto es Canadá. Para la gente indígena todo eso es lo mismo: es la Tierra.

Nosotros tenemos que unirnos. La gente indígena de los pueblos y de las ciudades se tiene que unir. Para eso vine aquí, para decir que estamos aquí para apoyar y para aprender lo que podamos. Ese es el mensaje que venimos a traer y ojalá se pueda atender que en Estados Unidos hay gente que no es Bush, que no es Schwarzenegger, que es gente humilde y que está en resistencia.

—¿Se podrá ganar esta guerra de conservación del agua en un mundo dirigido por el capital?

—Siempre pienso que hay esperanza, pero esta esperanza tiene que atravesar la voluntad de los gobiernos de dejar de pensar solamente con su cartera y que llegaran a pensar con corazón. Si yo llevo una cuerda y la amarro a mi muñeca y aprieto, corto la circulación de la sangre, después mis dedos se secan, luego mi mano se seca y al final se muere. Esa sangre es el agua.

Nosotros tenemos que dejar de usar presas. Encontrar otras maneras de llevar agua a la tierra y a la gente. Un día, la gente se va a levantar y va a decir Ya Basta.

Diego Enrique Osorno


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