Policía

Entre la propaganda y lo bizarro

En el museo, la foto del militar y el outfit de Gandolfini para interpretar a Tony Soprano. Especial
En el museo, la foto del military eloutfit de Gandolfini para interpretar a Tony Soprano. Especial

El último salón del recorrido tradicional del Museo de la Mafia en Las Vegas se titula Organized Crime Today. Y el crimen organizado de hoy en EU, aunque parezca raro, es ilustrado con la foto de un soldado mexicano quemando un plantío de amapola. Sí, un soldado me-xi-ca-no representa el imaginario estadunidense del combate al crimen organizado en la actualidad.

Es obvio que esta imagen me inquietó, pero después leí el nombre del escritor y periodista, Charles Bowden, debajo de un epígrafe dentro de la foto, y se renovó mi atención. “El poder de la industria de las drogas ha superado el poder del Estado. Los narcos operan ahora fuera de los límites del gobierno y están armados con bazucas y rifles de asaltos”.

Otra vez me decepcioné tras la lectura de la frase genérica y propagandista que no dudo que haya dicho el gran Bowden, quien es verdad que tenía otras lamentables, como la de que los mexicanos llevaban la corrupción en su ADN o cosas así, pero también es cierto que la parte más sustancial del discurso bowdeniano solía cuestionar la farsa del discurso oficial de la guerra contra las drogas.

“Soy un optimista. —empieza otra cita de Bowden que no leí en The Mob Museum— Los pesimistas son mentirosos que se niegan a aceptar lo que está sucediendo. Y les daré tres cosas que podríamos hacer en este instante para ayudar a México: legalizar las drogas, renegociar el TLC para que los obreros mexicanos reciban un salario digno y se proteja a los sindicatos y al medio ambiente, así como detener el Plan Mérida, que entrega 500 millones de dólares al año al ejército mexicano, la organización criminal más grande de México”.

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A partir de la anterior sensación agridulce de bienvenida, el resto del recorrido fue extraño. En una pared falsa se explicaba el conglomerado de instituciones dedicadas a combatir la mafia en EU y en el mundo. De las americanas, por supuesto destacaban FBI, DEA, ATF y ICE, pero estaban otras que en lo personal no he seguido tanto como Internal Revenue Service Criminal Division, United States Coast Guard y United States Secret Service. De las globales aparecían Interpol, Undoc y Europol, luego se enlistaban corporaciones nacionales extranjeras, como las policías de Francia, China, Rusia, Australia…y al final aparecía la desaparecida Policía Federal Mexicana, convertida hoy en la Guardia Nacional.

Después de eso había un mapa grandote de México en el que se explicaba la distribución de su territorio entre diversos grupos criminales: El cártel de Sinaloa, el de Juárez, la organización de los Beltrán Leyva, Los Zetas, el Cártel del Golfo, el Jalisco Nueva Generación y La Nueva Familia Michoacana aparecían en la pizarra. El supuesto reparto de estados y ciudades es más o menos el mismo que suele difundirse en los reportes regulares emitidos por la DEA, solo me llamó la atención que en Ciudad de México colocaran la presencia compartida de El cártel de Sinaloa, el Nueva Generación de Jalisco, Los Zetas y la organización de los Beltrán Leyva.

Luego había otro apartado dedicado a los principales grupos criminales del mundo, donde estaban la Yakuza Japonesa, las Tríadas Chinas, la mafia italiana y los “Mexican cartels”, sí, presentados todos así como si fueran uno solo, aunque luego se desglosaban uno por uno.

¿Alguna organización criminal en EU? Ninguna, por supuesto. No en la actualidad. ¿Algún mapa explicando cómo funciona el mundo de las drogas, armas y demás tráficos ilícitos en el amplio territorio de la Unión Americana? Tampoco. Que conveniente.

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Para este entonces entendí que debía tomar con poca seriedad el recorrido final de un museo que me había agradado en su curaduría general sobre la mafia histórica de EU. Fue en ese tono ligero que comoquiera me agradó ver tras una vitrina una serie de objetos fetiche del mítico capo colombiano, Pablo Escobar.

Entre otros artilugios había un libro artesanal mandado hacer por el propio capo donde se recopilan todas las caricaturas que se dibujaron en su momento sobre él en los periódicos colombianos; algunas bolsas de empaquetamiento de cocaína procesada en sus laboratorios, fotos de La Catedral, la prisión que se mandó a hacer para luego fugarse; y una gorra del equipo de seguridad de la Hacienda Nápoles, el rancho que levantó en medio de la llanura y que, tomando en cuenta que el lugar estaba lleno de animales selváticos exóticos, me agradó mucho que el logo del sitio (h n) tuviera un diseño en el que la h cobraba forma de una jirafa vista de lado y la n era el trasero de un elefante.

En esa vitrina había también un cartón de la búsqueda de Escobar en el que se veía a este escondido en la cabeza de una jirafa que atravesaba una nube.

Ya después de esto, la sección ofrecía cada vez menos seriedad, como por ejemplo una foto en las oficinas de la DEA, de los actores de la primera temporada de la serie Narcos de Netflix, Boyd Holbrook, quien interpreta al agente Steve Murphy, y el actor Pedro Pascal, que interpreta al agente Javier Peña.

También se exhibía un manuscrito del guion del primer episodio de la serie, titulado “Descenso”, escrito por Chris Brancato y producido por Gaumont International Television, para luego pasar a una reseña del caso Camarena, donde se difunde una foto de Miguel Félix Gallardo, algunas charolas de la policía judicial mexicana y el sombrero vaquero del agente de la DEA, Pete Hernández.

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Cuando ya daba todo por perdido en esta sección, vi dos vitrinas que acabaron por hacerme sentir agradecido con el Mob Museum, pese al fiasco en general de su sección contemporánea. Una era la vitrina que contenía diversas notas y papeles de Casino, la maravillosa peli de Scorsese, y la otra una donde se exhibía un outfit de James Gandolfini para interpretar a Tony Soprano, el mafioso más entrañable que todos hemos conocido.

Ya después de eso, salí del lugar aún con ganas de seguir explorando el mundo bizarro de Las Vegas, el mundo bizarro estadunidense.

Diego Enrique Osorno

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