Policía

El traje y el bosque

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De cerca, nadie es normal. En estos tiempos raros, casi siempre por las noches pienso en lo que canta Caetano Veloso. Todos pretendemos ser normales, aparentarlo hasta que alguien se nos acerca lo suficiente para apreciar nuestra anormalidad.

Mientras escribo esto en una cabaña en medio del bosque, veo a un tipo vestido con un traje azul oscuro, camisola blanca de seda recién lavada, zapatos de piel y suelas antiderrape, calcetas de lana, mancuernillas de oro y reloj suizo.

Trae un atuendo aspiracional del normal, del que está adentro, del que es moderno y del que hay muchos facsímiles, pero su impecable normalidad no tiene sentido en una montaña neblinosa, fría y salvaje como ésta.

Se darán cuenta de que detesto a los normales. Puede ser entonces que deteste a casi todo el mundo; sin embargo, si pudiera acercarme a verlos —si me dejaran hacerlo—, los entendería y sentiría afecto por ellos, ya que como referí antes, tengo el credo de que, de cerca, nadie es normal.

Todos somos anormales y nuestra más grande anormalidad es intentar a diario “estar dentro de la norma”, ser como los demás, imitarlos, copiarlos, envidiarlos. Si nos reconociéramos como anormales quizá habría menos conflictos: se entendería que la naturaleza del hombre es igual pero no idéntica, que no se puede ser normal de un modo uniforme.

Comento esto ante la resonancia que tiene en nuestros tiempos una figura tan básicamente ilustrativa de lo anormal como la de Donald Trump, la cual, sin embargo, se volvió ya el referente de una época de la que deberíamos escapar pronto.

Mientras tanto, Trump sigue su camino sin detenerse, yendo muy seguro al futuro que le aguarda a quienes buscan la suerte esforzándose al máximo en ser los más anormales de su casa, de su comunidad e incluso de sus propios sueños. (Los sueños de Trump quizá sean el meollo de todo el asunto).

Ese hombre de traje azul que camina aquí entre el lodazal y esquiva la aguanieve de manera absurda dirigiéndose a quién sabe donde, somos nosotros, los normales. Y Trump es el bosque.

Tarumba

Gracias por los mensajes y pistas enviados en torno a mi columna anterior “Contar todo”. En efecto, se vuelve cada vez más crucial conocer la historia real de la llamada guerra del narco. 


deo@detective.org.mx


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Diego Enrique Osorno
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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