Luis Donaldo Colosio Riojas visitó Lomas Taurinas, el barrio de Tijuana donde fue asesinado su padre el 23 de marzo de 1994. Lo hizo a punto de iniciar campaña por la alcaldía de Monterrey, el primer cargo ejecutivo al que aspirará en su reciente carrera política.
Debutó en 2018, arrasando —en medio de la fiebre por López Obrador— en una elección de diputado local de NL. Para la nueva contienda pudo ser candidato a la gubernatura —según encuestas, el único competitivo ante la aspirante de Morena, Clara Luz Flores—, pero optó por buscar gobernar la ciudad donde ha residido desde que perdió a sus padres.
Colosio no tiene rivales significativos (aunque Cienfuegos del PRI gastará mucho dinero en denostarlo). De manera tajante, marcó distancia con el senador Samuel García, candidato de MC a la gubernatura: un político joven al igual que él, pero distinguido más por exabruptos que por propuestas inteligentes.
Quizá por la adversidad que lo marcó, Colosio nació crecido. Su juventud no solo es fresca sino también seria. “Este lugar, en vez de representar una tragedia hasta el fin de los tiempos, tiene que ser reivindicado y servir como el inicio de una nueva etapa para este país”, dijo en Lomas Taurinas, para luego resaltar una lección heredada de sus padres: “Mi venganza será mi perdón. Antes de iniciar esta nueva etapa, vengo aquí a perdonar, pero también a invitar a toda mi gente a perdonar conmigo”. ¿Perdonar a quién? Colosio habló de:
—“Los cobardes” que le arrebataron a su padre.
—El asesino que tomó su vida “producto de circunstancias inciertas, desesperadas y posiblemente obligadas por las que atravesaba en aquel momento”.
—Las instituciones políticas (léase PRI) que “han usurpado el nombre de mi padre y se han beneficiado de él para sus proyectos políticos vacíos”.
—El sistema judicial que “lejos de ayudar a procurar la verdad, se empeñó en destruir toda posibilidad de hacer justicia a un crimen”.
Colosio precisó en Lomas Taurinas que perdona porque es “lo correcto”, porque no existe transición hacia la paz sin un auténtico ejercicio de reconciliación y “porque está solo en mi persona la obligación de tomar este paso hacia delante”.
Sin perdón no hay futuro, proclamaba Desmond Tutu. Es posible que Colosio piense igual.
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