Policía

El ex alcalde

Mauricio en su casa de retiro. Especial
Mauricio en su casa de retiro. Especial

Tras su retiro como alcalde de San Pedro Garza García, recupero un perfil de hace una década de Mauricio Fernández Garza, polémico personaje, ya legendario en el norte.

Monólogo

Yo parto de una tesis que a algunas gentes les puede parecer rara y a otras no, pero a mí me da lo mismo: si yo hago el municipio más seguro del mundo, sin duda voy a tener muchos malos que quieran vivir aquí, así como también muchos buenos. Y los malos no creo que vengan en una visión de operar su maldad, sino que vienen porque simplemente ellos también valoran la seguridad familiar. Igual y tienen a un hijo bueno, me imagino yo. Si San Pedro fuera el municipio más inseguro del mundo, ni los narcos quisieran vivir aquí. En Colombia la sociedad fue más estricta en el sentido de decir: «No, los hijos de los narcos no entran a las escuelas». Pero aquí sí están en las escuelas y las escuelas saben que están los hijos de ellos. Con todo ese esfuerzo que hice, no siento que me esté confrontando con ellos, porque en este caso a todos nos une un mismo interés: la seguridad. Puede ser que me equivoque. Y si me equivoco, pues me mandas unas flores al panteón, chingado. Pero si no me equivoco, realmente creo que va a ser un caso de éxito porque les estoy llegando a los malos en un tema en el que tenemos coincidencias. Además, lo he dicho públicamente: a la venta pública de droga le doy en la madre, a los giros negros también, y también voy a pegarle a los casinos para sacarlos de aquí. Sé que en otros municipios, los narcos te buscan y te dicen: tú como alcalde no puedes hacer tal cosa, la policía es mía, el negocio de extorsión es mío y el de secuestros es mío. No te metas al caldito. Eso lo hacen. Yo creo que el crimen organizado tiene contacto con cualquiera que aspira a un cargo de elección popular en México, o cuando se sienta en la silla. A mí me buscaron cuando fui candidato a gobernador y ahora que fui alcalde también me buscaron. Me ofrecieron quince millones y no los acepté. Nadie me asegura que pueda salir vivo de estas cosas. Sin duda, estos son trabajos riesgosos. Pero hay que hacer algo: yo nunca he visto una guerra en la que hayan ganado los buenos. En cualquier guerra, siempre ganan los malos. Los que son más malos.

Viaje

La única turbulencia del Lear Jet que despega del aeropuerto privado de Monterrey aparece en el rostro de Mauricio Fernández Garza, cuando le pregunto sobre el nuevo gobernante de su ciudad. Hoy el ex alcalde que durante tres años evitó con éxito que la guerra del narco llegara a la ciudad más rica de América Latina luce molesto: hace unos días, el nuevo alcalde de San Pedro Garza García, su sucesor, no pudo imponer su autoridad a unos vecinos inconformes con unos puentes peatonales recién construidos en una de las avenidas principales, y tuvo que anunciar que la obra será demolida. Ese hombre, su antiguo secretario del ayuntamiento, quien se suponía iba a ser el puente que continuara con su obra y estilo de gobernar, dio marcha atrás a ese proyecto diseñado por un arquitecto Premio Nacional de Bellas Artes sólo porque a un grupo de señores y señoras les pareció feo.

Los habitantes de esta ciudad del noreste de México tienen un ingreso promedio de más de veinticinco mil dólares al año, casi cuatro veces superior al de los mexicanos en general e incluso mayor al de España. Además de ser los mexicanos más ricos, suelen ser los más exigentes con sus autoridades. Un ex jefe de la policía local me dijo que trabajar ahí había sido una pesadilla porque todas las madrugadas recibía llamadas para ordenarle liberar a un chico detenido por conducir en ebriedad. Siempre «el hijo de» alguien. «Todos se sienten muy importantes —me recordó el policía—. Hay demasiado influyentismo». El actual alcalde, un joven muy formal y de temperamento moderado, no fue la apuesta inicial de Fernández Garza para relevarlo: prefería a un carismático directivo de Cementos Mexicanos reconocido por la hazaña de haber hecho campeón del fútbol mexicano a los Tigres, un equipo que no había ganado un campeonato en veintinueve años. Sin embargo, Alejandro Rodríguez Miechelsen, el favorito del ex alcalde, declinó la invitación de gobernar San Pedro: había aceptado un puesto en la Comisión Mundial de Futbol de Clubes de la FIFA. Mauricio Fernández Garza cree que, si Rodríguez Miechelsen hubiera sido el sucesor, hoy esos puentes peatonales de la calzada estarían intactos. «Si no tienes carácter para gobernar, se te cuelgan», me dice el ex alcalde en su Lear Jet, atravesando el aire frío de un día soleado de invierno a principios de 2013. Viajamos hacia un rancho del pueblo de Lampazos. El ex alcalde supervisará las obras finales de su nueva casa de campo. Dice que allí vivirá su retiro.

La debilidad de su sucesor aburre al ex alcalde. Hoy tiene en mente una empresa más excitante: en la foto de perfil de su página privada de Facebook, Fernández Garza posa junto al cráneo de un monstruo que adorna la sala de su casa y que resume la obsesión a la que ahora dedica la mayor parte de su tiempo. Se trata de la cabeza de un tiranosaurio rex —un lagarto tirano— y no es el único animal prehistórico fosilizado que posee. La joya de su colección privada es Einstein, un apatosaurio —lagarto engañoso— que mide cuatro metros de altura y casi veinticinco de largo, aunque su cabeza tiene apenas el tamaño de un balón de fútbol americano. El nombre que le pusieron los paleontólogos es una ironía a su cráneo diminuto respecto a la enormidad de su cuerpo. Einstein fue hallado en un cementerio de dinosaurios de Wyoming, y Fernández Garza dice que pagó veinte millones de dólares por él. Tuvo que esperar tres años a que terminara el refinado viaje de traslado y el lento ensamblado de las partes de un fósil de más de cien millones de años de antigüedad que, montado por completo, pesa unas cuatro toneladas. Einstein no cabe en la sala de una casa, ni siquiera en la del ex alcalde. Se le exhibe en el parque Fundidora, el más popular de Monterrey, donde los niños y sus familias lo visitan y se sacan fotos con él que también suben a sus páginas de Facebook. 

(CONTINUARÁ…)


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Diego Enrique Osorno
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